El comentario de hoy, martes 12 de noviembre 2024
Aunque en el ámbito oficial, se dice una y otra vez que vamos bien y seguimos como una de las entidades más seguras de México, en los hechos Oaxaca enfrenta serios problemas de seguridad. Los números no mienten. Son fríos. En homicidios dolosos hemos superado a veces la media nacional. Es decir, no somos el Edén. No vale pues regodeardos con el consuelo del tonto: estamos mal, pero hay otros que están peor.
Nada más ominoso que encogerse de hombros ante la realidad. Más todavía como en el sexenio federal pasado: culpar a otros de nuestra propia medianía, inexperiencia o incapacidad. Peor aún, tratar de sorprender a su jefe político o a la opinión pública con argumentos falaces, banales e irresponsables.
La semana anterior, en menos de 48 horas, en la capital oaxaqueña hubo al menos 12 ejecuciones: 2 de mujeres triquis el 5 de noviembre y 6 hombres, el día 7, en la Colonia Reforma. Además de 3 cuerpos calcinados a la altura de Zautla, otro más en San Lorenzo Cacaotepec y no se diga de los de Juchitán, el famoso desolladero criminal.
Si de comparativos se trata, no creo que los oaxaqueños querramos vivir entre las balas como en Culiacán, Guerrero o algunas ciudades de Guanajuato. Escuchar balaceras de armas cortas y largas, en una apacible zona habitacional, no es para minimizar. Nunca lo habíamos vivido. Ver cinco cadáveres tendido en las banquetas, en charcos de sangre, tampoco es la mejor imagen.
Con justificada razón el gobernador Salomón Jara señaló, en conferencia de prensa el jueves 7 por la mañana, la falta de voluntad del titular de Seguridad Pública Municipal, Raúl Ávila, para trabajar de manera coordinada con las corporaciones estatales. No es fortuito que dos de cada tres citadinos se sientan inseguros. Ni patrullajes, ni vigilancia. Pero eso sí, los jefes andan de cola de regidoras o haciendo con ellas manualidades en las colonias.
O, como el caso del titular de Seguridad Pública y Protección Ciudadana estatal, Iván García, en la pura milonga. O se le ve enchándole al baile en los desfiles de Guelaguetza o avituallado como soldado gringo en Irak o Afganistán, en las comparsas del Día de Muertos. La pregunta es: ¿pero qué le pasa a esta dupla de fuereños, que mañana o pasado se van, pero sólo vinieron a hacer el ridículo?
Otorgar seguridad y protección al ciudadano es uno de los ejes que justifican la existencia del Estado moderno. Y aquí no valen discursos, disculpas ni, mucho menos, culpas ajenas. Se asume que hay compromisos. Y de ello se han aprovechado ciertos funcionarios para vincularse con los mañosos. Todo mundo los conoce en Juchitán, por ejemplo. Pero, flaco favor le hacen al ejecutivo estatal, seguir manchando su gobierno.
Ha trascendido que se esperan cambios y ajustes en el gobierno de la Primavera Oaxaqueña. Esperamos que los hechos criminales de los últimos días, sirvan de referencia para evaluar el trabajo de quienes están al frente de la seguridad púbica. (JPA)