Opinión 

El comentario de hoy, martes 1 de agosto 2023

En los viejos cánones de la política mexicana, se crearon decenas de dichos y frases célebres. Sin duda, elementales para quienes entonces ejercían el hoy desprestigiado oficio. Una de ellas la acuñó el legendario Jesús Reyes Heroles. En política, la forma es fondo. Un político pobre es un pobre político, que fue creada por Carlos Hank González. U otra, que le añadieron a la creatividad del desaparecido ex gobernador de Veracruz, Fidel Herrera Beltrán: “En política, a veces hay que sumar, sumarse o sumirse”. Así se crearon términos como destape, albazo, madruguete y muchos más que siguen vigentes.

Ello viene a tono con lo que hemos vivido en Oaxaca en días recientes. Un hecho sin duda inédito, fue el madruguete de la Sexagésima Quinta Legislatura del Estado, para extinguir, en menos de 15 minutos, el Tribunal de Justicia Administrativa y sustituirlo por otro órgano. Fue en sesión extraordinaria, no presencial sino virtual. Sin análisis ni discusión de la agenda, iniciativa o el dictamen; sin revisión en comisiones; sin cuidar las formas y protocolos que deben prevalecer en una democracia parlamentaria.

Representantes populares de diversos partidos políticos, ni siquiera de Morena y aliados: Partido Verde, del Trabajo o Unidad Popular, tuvieron con antelación los elementos de juicio para emitir su voto a favor y así sumar los 33 sufragios validando un decreto o reforma, que desconocían. Dicha situación jamás la vimos ni en los peores tiempos de la hegemonía priista. O si se dio algunas veces, al menos sus artífices tuvieron la habilidad de maquillarla. En política pues, la forma es fondo.

El gobernador Salomón Jara en su conferencia de prensa semanal, ha justificado la desaparición de un tribunal y la creación de otro. Y ha señalado abusos, corrupción, salarios onerosos y rezago en expedientes y sentencias del tribunal que, se presume, pulverizó el Congreso. Sin embargo, en su equipo legal –es mi opinión- soslayaron el revire jurídico. Éste vino, cuando los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Alberto Pérez Dayán y Alfredo Gutiérrez Ortiz-Mena, dieron entrada a la controversia constitucional y resolvieron echar atrás el nuevo decreto, dejando las cosas como estaban. Sin embargo, hoy el tema es un nudo de confusión.

La idea de reformar un órgano a la luz de un nuevo proyecto político y de modernizar al andamiaje jurídico siempre bajo la guía indiscutible de nuestra Constitución general, pudo ser motivo de análisis y discusión; de debates, consensos y disensos. Pero hacerlo así, detrás de la puerta, a oscuritas y manipulando a una mayoría servil, ha desatado un golpeteo innecesario. Incapaz de revertirse ni reponiendo el procedimiento. Lo dicho pues, la celeridad y el servilismo que privan en el Congreso, dejaron al ejecutivo estatal a merced de la crítica y la descalificación. (JPA)

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