El comentario de hoy, jueves 8 de agosto 2024
Una de las medidas de presión, usadas por maestros, sindicatos, normalistas, transportistas, comuneros, empleados, etc., que se ha vuelto una institución en Oaxaca, es el bloqueo a calles, cruceros, carreteras y oficinas administrativas. Pero no es lo único. No obstante la reiterada amenaza de las autoridades federales de prohibir y sancionar la toma de casetas de peaje, en nuestra entidad dicho ilícito sigue como si nada.
Ambas son el gran negocio de dirigentes y titiriteros, lo que hace realidad que en territorio oaxaqueño, la industria más rentable es el chantaje. En regímenes pasados, había funcionarios que alentaban estas prácticas. También recibían parte del botín. Manejaban a placer a los bloqueadores. Y con una sola llamada montaban los bloqueos o los desmontaban. Eran a la vez, incendiarios y bomberos.
Las pasadas fiestas de julio no fueron la excepción. Con una capital atiborrada de visitantes del país y el extranjero, sindicatos que laboran en el municipio de Oaxaca de Juárez se estrenaron cerrando calles y dejando al Centro Histórico como estercolero. Tanto el gobierno municipal como los dirigentes pudieron haber negociado previos los festejos. Pero no. Había que hacer evidente lo dicho antes: el chantaje y la presión, son el método idóneo para ablandar.
Hace poco menos de un año, la Secretaría de Gobierno puso en marcha el programa: “Yo dialogo, no bloqueo”. Muy lamentable, pero ha sido un rotundo fracaso. Una verdadera utopía en una entidad en donde no se aplica la ley y cada quien hace lo que quiere con la bandera que mejor le place. Ese temor para meter mano firme y orden, se vio reflejado con el enfrentamiento entre presuntos transportistas y corporaciones policiales en Pueblo Nuevo, hace días. Hasta balazos hubo.
Pero no sólo los bloqueos nos pusieron ante el turismo como lazo de cochino. La entidad tuvo durante el mes de julio un preocupante índice de homicidios dolosos. El Istmo de Tehuantepec se llevó las palmas. Salina Cruz y Juchitán, tuvieron la corona, aunque hubo otros hechos graves de violencia. Sin embargo, para ciertos funcionarios tal parece que no pasa nada.
En 2023, el titular de la Secretaría de Seguridad Pública y Protección Ciudadana, se estrenó en el desfile de delegaciones como un pésimo bailador de nuestro folklore. En este 2024 se le vio en el Auditorio Guelaguetza disfrutando del espectáculo, listo para comparecer en las mesas de seguridad y repetir el mito de que Oaxaca es un Edén de la tranquilidad y la paz social.
En la capital del estado, ya lo hemos dicho. Mientras se publicita una encuesta de que la percepción de inseguridad ha disminuido entre la población y el responsable del área anda de cola de regidoras y funcionarias, los asaltos, cristalazos y robo de autopartes estuvieron a todo vapor. (JPA)