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El comentario de hoy, jueves 6 de noviembre 2025

Semanas previas al Día de Muertos, los citadinos vivimos un infierno. El magisterio afiliado al Cártel 22, siempre insatisfecho, alargando la mano, en una perpetua exigencia pecuniaria, hizo pagar los platos rotos a la ciudadanía. Y amenazan con seguir afectando el proceso educativo, con paros de 48 horas o huelga, en demanda de anulacIón de la Ley del ISSSTE y otras prebendas, que sólo benefician a dicho sector de la clase trabajadora.

Nacido como alternativa al charrismo sindical de los años 80 del Siglo XX, como una simple disidencia, el magisterio que conforma la llamada Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación –la CNTE-, se ha perfilado como un ente parasitario, cuasi-delincuencial, cuya estrategia de lucha es el chantaje y tomar como rehén, un delito de lesa humanidad, la educación de poco menos de un millón de educandos de diversos niveles en Oaxaca.

No se trata del magisterio nacional. No. Es sólo un segmento del mismo, cuya columna vertebral es el Cártel 22, pero con menor membresía en entidades como Chiapas, Guerrero y Michoacán. Los mecanismos de lucha no buscan mejorar la calidad de la educación, elevar el nivel profesional de los mentores o convertirse en un pivote del desarrollo nacional o estatal, a través de la formación de mejores estudiantes. No. Sólo tratan de obtener más prebendas y dádivas, renovadas cada día.

El magisterio perdió desde hace mucho su base social de apoyo. Sus aspavientos, marchas, plantones y bloqueos, ya no despiertan interés en la sociedad sino un repudio generalizado. “Vaquetones”, “huevones”, “pónganse a trabajar”, “mantenidos del gobierno”, “parásitos” son, entre otros mensajes, parte del escarnio público. Un día exigen plazas, otro bonos, pagos retroactivos, incidencias económicas, herencia de plazas, etc.

Sin embargo, comparten responsabilidad y encono ciudadano con funcionarios de la Primavera Oaxaqueña que les han ofrecido el oro y el moro, pero no les han cumplido. Porque de una cosa estamos ciertos. Son miles de millones de pesos que, tanto el gobierno federal como el estatal, han canalizado para paliar la avaricia compulsiva de los dirigentes. Y también de los titiriteros de las facciones que se disputan los cotos de poder al interior del gremio.

Es importante subrayar que un gran sector del magisterio oaxaqueño es digno del mayor respeto. Mentores que han entregado su vida a la docencia, a la noble tarea de enseñar y estar frente al grupo. Por desgracia, son obligados por activistas e incondicionales del Comité Ejecutivo Seccional y sus adláteres, supervisores o jefes de sector, a apegarse a sus intereses, pues de negarse, son severamente sancionados con principios rectores, que les regatean sus derechos ganados con dignidad. (JPA)

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