Opinión 

El comentario de hoy, jueves 22 de febrero 2024

No hace falta ser un experto, sino sólo un observador, para darse cuenta de que en Oaxaca la efervescencia política se vive como en ninguna parte del país. Hasta el ciudadano menos informado opina como un erudito en materia de partidos y elecciones. Más aún, cuando dichos temas alientan el morbo. Todo ello se ha venido a exacerbar con las redes sociales, en donde la expectación se suma a los rumores, verdades a medias o la subjetividad de quien emite el mensaje.

Desde hace meses, con la campaña de las famosas corcholatas, que se maquilló con elección de los coordinadores de la Cuarta Transformación, el partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), inició una escalada publicitaria nunca vista en la historia política del país y el estado. No hubo hueco o espacio que no fuera aprovechado. Pintas en bardas, espectaculares, anuncios en vehículos y otros, situación copiada y magnificada por sus correligionarios, materialmente nos han asfixiado.

Del tiradero millonario en dicha basura electoral, ningún órgano ni el árbitro nacional o estatal ni jurisdiccional han dado cuenta. La pregunta es: ¿Se trata de recursos públicos o de fondos oscuros, de cuya pista nadie sabe? Se presume que todo ello debe estar debidamente fiscalizado por las autoridades. A todo ello, representa violaciones evidentes a la Ley de Instituciones Políticas y Procedimientos Electorales la que, suponemos, no está al arbitrio ni de partidos políticos, menos de aspirantes reales o potenciales a las candidaturas que participarán en junio de 2024.

Un ejemplo lo tenemos en el municipio de Oaxaca de Juárez. Desde el lunes 10 de febrero se despejó la incógnita respecto a quién será su candidato a la presidencia municipal. Sin embargo, la ciudad sigue tapizada de anuncios, fotografías, leyendas, espectaculares. Además, claro, de panfletos y papelería que se ha arrojado en domicilios y calles. En verdad, ¿no existe autoridad que exija a los partidos políticos, el retiro de dicha basura o es que es tal el voyeurismo de quienes han difundido su imagen, que quieren formar parte del paisaje citadino, tan deteriorado, justamente por dichos excesos?

He ahí el por qué, amén de las expectativas y morbo que despiertan en la ciudadanía los procesos electorales, como dijimos al principio, se forja también un gran desencanto. Y en Oaxaca, hay que recordarlo, el fantasma del abstencionismo ha sido en procesos pasados, el gran triunfador. Y es que no se ha entendido aún, que las elecciones se ganan en las urnas, hoy, con la inercia partidista, ni siquiera por la imagen de la persona ni tirando el dinero a carretadas en promover figuras, que resulta una verdadera paradoja en una entidad con tanta pobreza y necesidades. (JPA)

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