Opinión 

El comentario de hoy, jueves 2 de noviembre 2023

En los últimos tiempos, los oaxaqueños hemos vivido escenas nunca vistas en la historia política. Al menos en la capital, en estos cinco años, se ha dado una perversa persistencia en aplicar políticas inviables, erráticas y contrarias a las exigencias ciudadanas. Hay un derroche de poderío en esta pequeña ínsula, en donde la corrupción y la secrecía; la fiesta perpetua y el autoengaño, han desempeñado un papel notable.

Si, así como levantaron la mano los concejales para autorizar permisos al comercio en la vía pública, lo hicieran para solucionar los graves problemas de los citadinos, otro gallo nos cantaría. Un año y diez meses de gestión han sido suficientes para mostrarle a la ciudadanía, que el poder aún en su dimensión menor, como es el municipio, también enferma. No es tarea difícil hurgar las complicidades, el conflicto de interés y la voracidad, lo que subyace detrás de las políticas para hacer de la capital un gigantesco tianguis y un enorme congal.

Cuando el edil capitalino buscó el voto popular para enquistarse como primer concejal, no dudó en ofrecer el oro y el moro. Una de sus promesas fue resolver de fondo el tema del comercio en la vía pública. Sin embargo, parafraseando al gran Michel de Montaigne: “No hace falta razón cuando se dice que aquel que no se siente bastante seguro de su memoria, no ha de meterse a mentiroso”. En esta celebración del Día de Muertos, nuestro Centro Histórico –una vez más- se convirtió en un pueblote.

Cualquiera puede pensar que en el tratamiento de dicho tema hay ligereza, precipitación, ignorancia o mala fe. Pero no. Es el provecho pecuniario lo que prevalece. Utilizar los espacios públicos para obtener generosas utilidades. Si hubiera un solo rasgo de conciencia o amor por nuestra ciudad, no hay duda que medidas como la de autorizar más de 500 permisos, tendría resistencias al interior del Cabildo. Pero tal parece que ya no hay respeto ni para el ciudadano, ni para la ciudad ni en los concejales, para sí mismos.

Pero según los promotores de la reelección del edil y en algunas encuestas cuchareadas, la negligencia y la rapacidad devienen simpatía, que sólo se explica cuando en camino para repetir un mal gobierno, se pretende someter al ciudadano a un obsequioso servilismo. Porque no lo decimos nosotros. Las pruebas están a la vista y las mediciones oficiales. En Oaxaca de Juárez siete de cada diez personas se sienten inseguras. Además, hay un catálogo de problemas en los que el actual gobierno municipal ha demostrado incapacidad, con el argumento de que no hay recursos. Y es que el presupuesto se ha convertido en basura. Por ello hay que sacar para el propio peculio de donde caiga, porque como decía Cervantes de los malos funcionarios en “El Licenciado Vidriera”: en la bonanza son diligentes y en la borrasca perezosos. (JPA)

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