EL COMENTARIO DE HOY: Jueves 17 de diciembre de 2015

El fin de año se acerca. Si me permiten haré una reflexión en este sentido. Cuando somos jóvenes el tiempo se nos hace eterno; cuando se acerca la vejez, el tiempo pasa veloz. En torno a ello quisiera citar el pensamiento del filósofo español Miguel de Unamuno, que plasma en pocas palabras en su obra “Niebla”, una reflexión sobre el tiempo, la vida y la muerte. “Cuando el hombre se queda a solas –dice Unamuno- y cierra los ojos al porvenir, al ensueño, se le revela el abismo pavoroso de la eternidad”.

“Por debajo de la corriente de nuestra existencia, por dentro de ella, hay otra corriente en sentido contrario: aquí vamos del ayer al mañana, ahí se va del ayer al mañana. Se teje y desteje a un tiempo… Las entrañas de la historia son una contra-historia, es un proceso inverso al que ella sigue. El río subterráneo que va del mar a la fuente”.

“Vienen los días y van los días y el amor queda. Allá dentro, muy dentro, en las entrañas de las cosas, se rozan y friegan las corrientes de este mundo con la corriente contraria del otro, y de este roce y esta friega viene el más dulce y el más triste de los dolores: el de vivir”. Fin de esta cita metafórica y profunda. El tiempo pues, es irreversible. Tal parece que hemos hecho de la historia y de sus lecciones una tabla rasa. No hemos aprendido. Hemos vivido en sociedad en medio de dos legados: el de las ilusiones y el de los desengaños.

Y es que el hombre se consume a causa de dos actos instintivamente realizados, que agotan las fuentes de su existencia, decía Balzac. Dos verbos expresan esas dos causas fundamentales: querer y poder. Querer nos abraza y poder nos destruye. En este 2015 hemos sido testigos de las peores atrocidades que se cometen para lograr ambas cosas, por igual, en otros países que en el nuestro y aún en nuestro terruño. Con tristeza vemos que la pobreza crece y la desesperanza aumenta. Violencia y muerte son las notas cotidianas de esta vida agitada que nos ha tocado vivir.

En efecto vivimos otra época, en donde la modernidad tecnológica parece superar a cada momento la esencia de nuestra existencia. Hoy ya no hay una conversación cotidiana en casa; una plática de café o los planes de la sobremesa: cada quien está más atareado en revisar el whats app o el Facebook. La convivencia común ha perdido aquello que la hacía única y excepcional: la comunicación entre los miembros de una familia o una comunidad.

Todo ello, sin duda, ha traído sus bondades que nos han impactado a todos por igual. He ahí por qué aquella famosa teoría del devenir que se acuñaba a Heráclito, del que nadie se baña dos veces en el mismo río, porque todo deviene, todo fluye, cobra día a día más vigencia.

 

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