El comentario de hoy, jueves 10 de marzo de 2016
En el México postrevolucionario y durante el largo predominio priista en el poder federal, había una creencia muy bien fundada: la visita del presidente de la República a los estados de la Unión, casi siempre representaba un aliciente, una esperanza; una ilusión, para sus habitantes. Al constatar las carencias, la pobreza, la marginación, siempre autorizaba recursos adicionales e instruía a secretarios o funcionarios de alto nivel, tomar nota de las peticiones y ahí mismo autorizaba acciones inmediatas.
Para los oaxaqueños eso es hoy casi imposible. Los capos del magisterio están a la expectativa de cualquier visita presidencial para aparecerse y torpedearla. El 15 de febrero de 2011, recién estrenado el gobierno de la alternancia, grupos de mentores radicales hicieron de las suyas, durante la visita del ex presidente Felipe Calderón, que fue para éste, debut y despedida. El ex Secretario de Seguridad Pública recibió patadas luego de que fue derribado; mujeres policías federales, fueron desarmadas y golpeadas sin piedad.
El presidente Enrique Peña Nieto no ha sido la excepción. La que se anunció como su primera visita a la costa oaxaqueña fue cancelada hace al menos un par de años. Vendría a inaugurar un centro de acopio de leche. Fue cancelada ante la amenaza de la Sección 22. A los pocos meses vino a Salina Cruz. Fue el 2 de enero de 2015. Y lo hizo casi a hurtadillas, cuando los maestros gozaban de sus vacaciones decembrinas. Con todo, un grupo minoritario de maestros puso la nota y se enfrentó a elementos de la Policía Federal.
El jueves 3 de marzo, cuando el primer mandatario arribó al Istmo de Tehuantepec a inaugurar una planta eólica, no pudo faltar la “cálida recepción” del magisterio. Con golpes, pedradas y como viles esquiroles los mentores movilizados piden mesa de diálogo, lanzando proyectiles y en abierta provocación. La lectura es indiscutible: siempre buscan víctimas para ocuparlas como bandera. Pero además, pese a las amenazas de descuentos; de lanzar a la calle a quienes no hayan presentado el examen de evaluación, que a menudo lanza el titular de la Secretaría de Educación Pública, Aurelio Nuño, los dirigentes del llamado Cártel-22 siguen engallados.
¿Y saben por qué? Porque no existe voluntad política para hacer prevalecer la ley; por las actitudes complacientes de constantes mesas de negociación y hacer de la norma, un resorte del arreglo político. Siguen intocable, aunque vuelvan a las andadas como el lunes 29 de febrero, cuando ahorcaron la ciudad con más de seis bloqueos. ¿Será pues, que cada que el presidente de México quiera venir a Oaxaca, habrá que pedirles permiso? (JPA)