El comentario de hoy, jueves 10 de diciembre de 2015

Oaxaca vive un momento político inédito. Nadie habla más que de los aspirantes a la gubernatura por los diversos partidos. Es comentario de café, de cantina, del círculo familiar. Lo hemos comentado en diversas ocasiones: a diferencia de otros estados del país, aquí la política se vive con intensidad. Con esa pasión que muchas veces se traduce en violencia, en morbo, en descalificación. Esa euforia hace que en momentos se pierda de vista que el origen y destino debe ser Oaxaca.

Nuestro entorno político se ha deteriorado. Aquel oficio que algún día identificaba la tarea de gobernar, con sencillez, con humildad y vocación, se ha desviado por los caminos sinuosos de la complicidad, de la corrupción y la componenda. Los partidos políticos, sin excepción, asemejan un mal necesario. Por el lado que quiera verse, no han cumplido con las expectativas de sus militantes, menos con las esperanzas de la sociedad. La suma millonaria que se otorga en prerrogativas, algunas de las cuales sólo sirven para engrosar cuentas personales, hace parecer que la democracia participativa en el país, es de las más caras del mundo.

Partidos y burocracias que viven como parásitos de los recursos públicos. Pequeñas agrupaciones que son franquicias particulares, como el Partido Socialdemócrata de Oaxaca o el ya desaparecido y reaparecido Partido del Trabajo, ahí estarán dispuestos a vivir de la votación de otros. Lo único que importa es seguir medrando del presupuesto, aunque no obtengan ni votos ni tengan membresía.

Cada seis años, cada tres, es la misma historia. Ora por la gubernatura, por la senaduría, las diputaciones federales, locales o presidencias municipales. O son las de mayoría relativa o las llamadas con eufemismo, por sistemas normativos internos, que antes se llamaban por usos y costumbres. Vivimos en perpetua competencia; con los ánimos caldeados y confrontados. Con gastos millonarios para las elecciones y con un abstencionismo cada vez mayor. Porque una cosa es vivir la grilla intensamente y otra, muy diferente, acudir a las urnas.

Nombres, nombres y nombres, como huesos a una jauría, decía la socióloga siria, Ikram Antaki. Ojalá que en alguno exista la cordura para atibar que Oaxaca ya merece otro destino, no ver la misma película. Que se requiere enderezar este barco; reencausar la ruta del desarrollo, del progreso, del orden. Asumir que quitarles a los pobres o expoliar el raquítico –aunque se diga histórico cada año- presupuesto estatal, es un crimen. Porque ni el presupuesto del país alcanzaría para resarcirnos de todo lo que hemos perdido por malas administraciones y políticos y funcionarios sin moral.

 

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