El cacareado debate
POLÍTICA DE SUMA CERO
El pueblo mexicano –y, obviamente el oaxaqueño- que gusta de la política y suele formar quinielas, correr apuestas o simplemente dado a la paranoia electorera, vio más con morbo que interés el debate del pasado domingo. Los agoreros de siempre, corrieron por las redes sociales memes de toda laya. Unos, vaticinaron que en el debate, el enemigo a vencer era ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR, de la coalición “Juntos haremos historia”, puesto en el papel de tiro al blanco. Y así fue. Otros, que mejor se viera el citado debate en el canal de la UNAM y no en los canales de los monopolios privados.
Y ello es en parte resultado de las encuestas que, como dicen algunos: si AMLO ya ganó, qué caso tiene asistir a las urnas el primero de julio. En efecto, las encuestas han salido por doquier y dan con un amplio margen de ventaja al tabasqueño. Pero nada está escrito aún. El candidato de la coalición “Por México al Frente”, RICARDO ANAYA CORTÉS y JOSÉ ANTONIO MEADE KURIBREÑA, de “Todos por México”, no han podido remontar el segundo y tercer sitio, respectivamente. Menos los independientes: MARGARITA ZAVALA y JAIME RODRÍGUEZ CALDERÓN, “El Bronco”. He ahí el por qué el debate televisivo, que si bien para muchos no cambia el resultado actual de ventaja, sirvió para medir las capacidad, debilidades o fortalezas de los aspirantes a la presidencia de México.
En efecto, el enemigo a vencer fue AMLO. Los dardos puntillos vinieron de MEADE, ANAYA y, particularmente de RODRÍGUEZ CALDERÓN. El primero se vio gris, con un discurso si bien documentado, sin responder a los cuestionamientos; el segundo fue exhibido al hablar de corrupción y ser cuestionado sobre escándalos recientes y el último, liso y llano, arremetiendo libremente. Todo mundo echó de su ronco pecho. AMLO volvió a los lugares comunes de que va arriba en las encuestas, aunque se vio parco y vacilante ante los ataques. ZAVALA buscando el apoyo de las mujeres, los grupos vulnerables y asumiéndose demócrata, cuestionando la inequidad del órgano electoral con las campañas.
El triunfalismo de AMLO contrastó con la urgencia de los otros de ponerlo contra las cuerdas. Sólo hasta el último segmento pudo el tabasqueño dar un mensaje ecuánime y pausado. Lo rescatable de este primer debate, sobre el cual correrán ríos de tinta, porque en materia de análisis político todos somos duchos, es el escarnio que hicieron del mismo millones de mexicanos. (JPA)