CRÓNICA GEOPOLÍTICA (14) – GEOPOLÍTICA DE LA NUEVA ESPAÑA
Oswaldo García Criollo
- Aquí está el tercer artículo de la serie Geopolítica de México de ayer y hoy.
La Geopolítica de la nueva España, aunque subordinada formalmente al reino de España y a su monarca, fue compleja, estratégica y fundamental para el imperio español durante los 300 años que duró (de 1521 a 1821). La nueva España no tenía plena soberanía, pero operó como una entidad geopolítica clave dentro del mundo colonial hispano fue, por decirlo así la joya de la corona.
La nueva España tenía una ubicación estratégica y era el corazón del imperio en América, así como centro del poder en América del Norte y Central. Desde la ciudad de México, antes México-Tenochtitlan se gobernaban grandes territorios que hoy son México, Centroamérica, la mitad sur de Estados Unidos, el caribe y Filipinas, su posición entre los océanos Atlántico y Pacífico la convertía en puente esencial entre Europa y Asia.
Esta posición estratégica hizo posible el comercio transoceánico, y la famosa ruta del Galeón de Manila que conectaba Asia, vía Filipinas con Acapulco y de ahí a Veracruz y luego a Europa vía Sevilla. La Nueva España fue una de las principales fuentes de plata de todo el mundo, que alimentaba las economías europeas y asiáticas. El puerto de Veracruz era clave para el comercio atlántico y Acapulco lo era para el comercio del Pacífico.
La geopolítica del virreinato incluía el control militar y la acción diplomática de varias zonas fronterizas, hacia el norte con tribus nativas y luego con colonos franceses e ingleses. Hacia el Caribe y la costa del Pacífico, aunque el rey de España era la autoridad suprema, el virrey ejercía poderes ejecutivos, judiciales y militares amplios en nombre del monarca, la audiencia de México y otras instituciones actuaban como ejes administrativos capaces de tomar decisiones, a veces sin esperar instrucciones desde Madrid. La Nueva España desarrolló su propia lógica diplomática y de control sobre los pueblos indígenas, aliados o conquistados. Hacia el norte hubo negociaciones, alianzas, guerras y conflictos con los pueblos de la mitad sur de los estados unidos y norte de la nueva España.
Hubo una geopolítica religiosa y la iglesia católica fue un actor clave: evangelizaba, alfabetizaba, organizaba territorios y contribuía al control social, sin embargo, la Nueva España estaba fragmentada en múltiples realidades sociales, económicas y culturales, esto hizo que los criollos comenzaran a desarrollar una conciencia política propia que a largo plazo se tradujo en el movimiento independentista.
Si comparamos a la nueva España con el reino de España entre los siglos XVI y XIX, podemos decir que la primera era una colonia con más territorio, riqueza y potencial poblacional y más importante que la metrópoli.
España tuvo 500 000 kilómetros cuadrados de superficie y la nueva España 5 millones, por lo que era 10 veces más grande y con más diversidad geográfica y climática.
En población el reino hacia el año 1800 tenía 11 millones de habitantes y el virreinato 7 millones. En España mayoritariamente europeos y en la nueva España 60% indígenas, 25% mestizos y 15% criollos y españoles.
Los ingresos fiscales hacia 1780 fueron de 100 millones de reales en España y 70 millones de reales en la Nueva España. La agricultura y el comercio de España era tradicional y feudal y la de la Nueva España más rica e intercontinental, la Nueva España aportó poco más del 50% de la plata mundial por lo que era financieramente clave para sostener al imperio español y sus conflictos y guerras. De Oaxaca aportamos la grana cochinilla. La ciudad de México era tan avanzada como Madrid con palacios, universidades, imprentas, periódicos y academias científicas, aunque subordinada, la Nueva España tenía capacidad operativa propia, especialmente frente amenazas externas, asuntos indígenas internos y su potencial de expansión.
En resumen, la Nueva España superaba a España en extensión territorial, tenía una base económica agrícola, comercial y minera y aunque tenía menos población su diversidad étnica y capacidad productiva la convirtieron en la pieza central del Imperio Español. Al margen de su función como colonia y todo lo que esto implica en sometimiento, racismo, desigualdad y explotación, éste fue el legado que recibieron los mexicanos independentistas y que no supieron conservar. La invasión napoleónica a España y la llegada de las ideas liberales a la nueva España que adoptaron los criollos, a través de las logias masónicas como sucursales de las inglesas y francesas, facilitaron la emancipación. La rivalidad de los criollos como masones escoceses y yorkinos continuó en el siglo XIX como monárquicos y republicanos, centralistas y federalistas y al final como liberales y conservadores, aunque debió decirse entre liberales moderados y radicales, todos perdieron. Las colonias inglesas de nueva Inglaterra gestionaron mejor sus conflictos y planes. Fuimos la víctima geopolítica del naciente imperio de EU.
El galeón de Manila que salía de Acapulco y cuyo viaje duraba casi un año, funcionó de 1571 hasta 1814, fue hasta el porfiriato, en los inicios del siglo XX, cuando tuvimos otro proyecto intercontinental con el ferrocarril transístmico.