El comentario de hoy, jueves 19 de junio 2025
México enfrenta hoy, una de las peores crisis diplomáticas de su historia. Las brutales redadas de migrantes, en su mayoría mexicanos en Los Ángeles y otras ciudades de los Estados Unidos, han generado tensión en la relación bilateral. No sólo por los señalamientos hacia la presidenta Claudia Sheinbaum, de alentar los disturbios, cuestión que ha negado de manera categórica, sino por la apatía, lentitud y torpeza con la que han actuado en su equipo de gobierno y partido.
Una y otra vez las declaraciones del presidente de la Comisión Permanente del Senado de la República, Gerardo Fernández Noroña, lejos de abonar a una solución negociada a la crisis, lo único que ha hecho es echarle más leña al fogón. Una y otra vez la diarrea verbal de que padece dicho personaje, ha generado más confrontación con legisladores, diplomáticos y gobierno norteamericano. Cualquier ciudadano se pregunta: ¿y cuándo le ponen un bozal o le quitan el micrófono?
Llama la atención la forma tan superficial en la que han visto el infierno que han vivido nuestros hermanos migrantes, los y las legisladoras del partido hegemónico. En el Congreso del Estado tenemos un diputado migrante que, como muchos paisanos que han cruzado la frontera en busca de mejores condiciones de vida, vivió allá e hizo negocios. Sin embargo, como legislador no ha levantado la voz para defender a nuestros hermanos.
En el Congreso federal, la inoperancia y los desaciertos de nuestros flamantes legisladores, poco han contribuido a una posible negociación que atenúe la crisis. Hace semanas viajó una comisión del Senado a la Unión Americana para reunirse con sus homólogos y cabildear la amenaza de gravar las remesas. Con bombo y platillo festinaron la aplicación del 3.5% de impuestos. Pese a ello, la amenaza de mayores gravámenes continúa.
Por lo visto, el gobierno mexicano no tiene una respuesta contundente a esta crisis. El afán contestatario y la reiterada defensa de la soberanía ya no son argumentos de peso para una realidad que cada día rebasa a nuestras autoridades. A ello hay que añadir la falta de un despliegue diplomático eficaz para atenuar los efectos. Es obvio, la política exterior que tanto respeto tuvo a lo largo del Siglo XX en el concierto de naciones, fue desmantelada por el gobierno anterior.
México padece hoy mismo severos problemas económicos: una deuda multimillonaria; la inflación sin control; un sistema de salud que continúa en el sótano y, pese a los programas sociales, una reducción en el flujo de las remesas sería el último clavo a nuestra tragedia inminente. Lejos de buscar una solución negociada, vemos al gobierno federal abriendo nuevos frentes -como es el rechazo a las observaciones de la Organización de Estados Americanos (OEA)- para justificar la burda y fraudulenta elección judicial. (JPA)