Opinión 

El comentario de hoy, martes 27 de septiembre

Miguel angel osorio Chong

Al rosario de yerros y fracasos del gobierno federal, que han contribuido a una caída precipitada de la imagen presidencial, capítulo aparte merece la Reforma Educativa. Desde que apareció en el escenario político, se supo que estaba condenada al fracaso. Y no por su contenido; por el objetivo de mejorar la calidad de la educación y forjar un futuro mejor para los niños de México. No. Sino porque de inmediato se insertó en la ambición y el futurismo político del grupo cercano al presidente.

El lunes 19 de septiembre volvieron a clases los maestros de Chiapas. Corresponden a las secciones 7 y 40. Los mentores de nuestra 22 lo habían hecho al menos un par de semanas antes. Desde que los dirigentes Núñez, Villalobos y otros, estaban prácticamente en su período vacacional –no se puede llamar de otra forma- en el penal federal de Hermosillo, Sonora, la Sección 7 de Chiapas, se montó en la negociación con la Secretaría de Gobernación e inició pactos que deberían avergonzar al mismo gobierno federal.

En efecto, cuando el titular de la SEGOB, Miguel Ángel Osorio Chong, ofreció abrir a la sociedad las citadas negociaciones, la situación entró en un impasse y ya no se supo más de mesas de diálogo. ¿Saben por qué? El entonces Subsecretario de Gobierno de dicha dependencia, Luis Enrique Miranda, ya había pactado prácticamente el fin de la Reforma Educativa. Había ofrecido el oro y el moro.

Como lo publicaron medios nacionales y locales en estos días, sin tener vela en el entierro y ya como titular de la Secretaría de Desarrollo Social –SEDESOL- Miranda viajó a Tuxtla Gutiérrez, justo en vísperas de los festejos patrios, para suscribir con las secciones chiapanecas, al menos once acuerdos. Uno de ellos: La Reforma Educativa no se aplicará, al menos en lo que resta del sexenio del presidente Peña; no a las evaluaciones; el reconocimiemto a las comisiones mixtas, para pactar ascensos, cambios y promociones; el pago inmediato a comisionados sindicales; el pago de adeudos; es decir, como se dice vulgarmente, la Federación prácticamente se bajó los calzones.

Más aún: limpiar todo proceso jurídico, carpetas de investigación, eliminar órdenes de aprehensión, etc. Es decir, validar la plena impunidad en los abusos y atropellos cometidos en cuatro meses. ¿Tuvieron justificación los cuantiosos daños no sólo a la educación, sino a la paz social, a la economía, a la estabilidad política y al pueblo oaxaqueño en general? Obviamente no. Nada ha cambiado, ni siquiera el discurso y la demagogia oficial. Que nos nos venga ahora el funcionario citado, con sus programas clientelares para paliar el hambre y el desempleo. (JPA)

Leave a Comment