Bloqueos: “La paz social muratiana”
En Oaxaca el espíritu de la ley es una caricatura: nadie teme a su rigor. Se ha relajado tanto que cualquier baba de perico intimida, bloquea, amenaza y conculca los derechos de terceros, con absoluta impunidad. Desde la campaña de ALEJANDRO MURAT se insistió en el tema: Oaxaca jamás podrá salir adelante, en tanto no se restablezca el Estado de Derecho. Los hechos están a la vista: estamos peor que en los días más aciagos de GABINO CUÉ. Vecinos de comunidades, sindicatos, organismos parasitarios y quienes los manipulan, nos vinieron a cobrar la factura de tres presuntos responsables: GUSTAVO MEIXUEIRO NÁJERA, presidente del Instituto Estatal Electoral y de Participación Ciudadana (IEEPCO); RAYMUNDO WILFRIDO LÓPEZ VÁSQUEZ, presidente del Tribunal Estatal Electoral (TEEO) y de ALEJANDRO AVILÉS ÁLVAREZ, que en su afán de embolsarse más millones, aumentando su directorio de administradores municipales, ha dejado sueltos los hilos de la política interna y la gobernanza.
La idea de que al gobernador MURAT HINOJOSA ya le tomaron la medida, permea en el imaginario colectivo. Un promedio de dos bloqueos diarios no es para echar las campanas al vuelo. Lleva como componente adicional, la certeza de que alguien está moviendo las piezas, así sea a un sujeto llamado CONSTANTINO VÁSQUEZ MARTÍNEZ, que se trajo a su paisanada de La Trinidad, municipio de Xiacuí, distrito de Ixtlán, a que con machete y palo en mano, cerraran importantes cruceros y agredieran en multitud a la ciudadanía, o el rosario de organismos: UCIZONI, MAIZ, CNPA, UGOCP, CCC u otros organismos parásitos y vividores de la limosna oficial, que marcharon ayer, con la bandera del gasolinazo.
Ayer fue calificado por los citadinos como un martes de perros. Días aciagos que ubican a Oaxaca como un pueblo sin ley. Como una entidad en la que quien no protesta no gana. Un pueblo permanentemente acotado por turbas de facinerosos y cuatreros; de gana panes y bandidos. De comuneros facciosos y desorientados. Es el Oaxaca de la protesta eterna; de la ficticia paz muratiana; del milagro que empieza a tropezar. No, no es la calma chicha, la gobernabilidad y la paz social, de que hablan algunos medios nacionales que maquillan sus notas. Tampoco la negociada gobernabilidad que sigue sometiéndose al juicio sumario de los violentos, cuando se sientan en las infames mesas de diálogo. En efecto, gobernar a este pueblo sin ley; con su salvajismo en taparrabos, no es cuestión de amateurs, sino de verdaderos hombres de Estado que conjuguen en armonía, experiencia, capacidad y valor. Y ALEJANDRO MURAT, ciertamente, apenas está aprendiendo, acotado y tutelado por todos lados. (JPA)