AMH: Diálogo, pero también la ley
RAÚL NATHÁN PÉREZ
1).- No esperemos milagros
No obstante los denuestos con que nos descalifican, cada inicio de régimen emerge en los oaxaqueños una esperanza de salvación. El consuelo del jodido. Porque cada gobierno ha sido una suerte de vuelta de tuerca. Aunque después del fracaso del régimen anterior, creemos que no hay nada peor. Alejandro Murat asume la gubernatura pues, en medio de una tormenta atípica: una deuda pública injustificable, adeudos millonarios, una entidad colapsada por la protesta y la violencia, insegura, empobrecida, abandonada por la abulia y la torpeza del que se fue. Inicia su periplo gubernamental, en un mar encrespado y amenazante. Desde su campaña política advirtió que no era tarea simple. La gobernanza tampoco es una vía fácil. En una entidad en donde ha reinado la corrupción, la impunidad y el desprecio por la ley es, por el contrario, un desafío, un reto, un tour de force.
Murat inicia su gestión con mucha enjundia pero con las arcas vacías. Atado de manos. Con un sinfín de agravios que le heredaron. Que nos son suyos. Arranca con un equipo joven y maduro, un tanto fogueado en este infierno de problemas; algunos con notables méritos académicos, pero no magos, teniendo como telón de fondo un pueblo que quiere milagros. Una panacea que cure todos sus males. Es cierto, inicia un nuevo ciclo, cuyos actores deben caminar en un camino lleno de abrojos: un magisterio que le ha apostado al atraso y a lucrar con la educación –que ya exhibió “su civilidad”-; un sistema de transporte coto de mafias y delincuentes y al menos tres regiones del estado permeadas por el crimen organizado. Y en medio de un acertijo: promover la consignación real de quienes saquearon el erario o, simplemente, asumir los costos políticos.
2).- Los caminos de la reconciliación
Sin embargo, comparto la opinión de quienes piensan que hay que darle vuelta a la hoja. Y es que Oaxaca es más grande que sus problemas. Borrón y cuenta nueva, sí, pero sin abdicar de cumplir con la demanda de justicia. Los dos grandes obstáculos para el progreso de un pueblo son la miseria y la ignorancia. Pero para nosotros han sido además, el encono, las vendettas políticas y el odio soterrado lo que ha minado nuestra grandeza. Para abatir la pobreza y el atraso que nos ha lacerado, se requiere la corresponsabilidad y la unidad. Que sus culpas las pague el de atrás. Es capítulo aparte. Hay que mirar hacia adelante. No podemos seguir arrastrando los estigmas de la división. Hace falta un gran pacto social. Alentar los caminos de la reconciliación, la concordia y los consensos. Es necesario hurgar en nuestra historia milenaria; aprehender de la sabiduría ancestral y que éstas sirvan de guía. Es urgente sacudir de las expectativas gubernamentales los estigmas del pasado, sin crear ilusiones vanas.
Ello implica asimismo, echar atrás el paternalismo y el clientelismo político; la simulación y la creación de fantasías. Diálogo sí. Pero hay que recordar que no es un milagro. Cito a F. Savater, porque el pasaje refleja nuestra realidad: “es obvio que el diálogo no puede resolver todas las dificultades políticas porque precisamente hay problemas por quienes no quieren dialogar sino intimidar e imponer”. (Diccionario del ciudadano sin miedo a saber, Ariel, Barcelona, 2007, p. 50). Con certeza no conoce a la Sección 22. Tampoco debe confundirse dialogar con negociar. En una entidad con un Estado de Derecho convertido en caricatura, tampoco se puede establecer un diálogo constructivo con quienes alientan la violencia y aterrorizan a la sociedad.
3).- Diálogo, pero también ley
“¿Es posible imaginar una sociedad distinta? ¿Una sociedad inmaculada”, se preguntaba E. M. Cioran en el prólogo de Historia y Utopía. Es posible. Empero, lo que urge es un cambio. Oaxaca ha sido víctima de la rapacidad, del clientelismo, de un falso populismo. No se trata de retornar a formas autoritarias y despóticas. En efecto, la labor de resarcir un tejido social hecho trizas, implica un grave riesgo: tocar la frágil estructura en donde se han asentado los cotos de poder y los vicios del magisterio, de los sindicatos que controlan el transporte, de las organizaciones sociales que esquilman el presupuesto destinado a programas sociales y una banda de cuatreros que han vivido alargando la mano, usando para ello el chantaje y el terror. No podemos seguir siendo rehenes de las fantasías de los gobiernos y la ciudadanía asumiendo el papel de fantoches, cuya esclavitud parece ser congénita. La ley no debe admitir retruécanos ni dobleces.
BREVES DE LA GRILLA LOCAL:
— Por lo visto, pronto habrá que hacer algunos ajustes en el gabinete. Hay quienes traen cola. No todo es limpio, casto y puro. La red nos permite hoy en día sólo con un clic saber antecedentes laborales, historia personal y pecadillos.
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