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El comentario de hoy, martes 2 de abril 2024

Más allá de la euforia y la parafernalia del proceso electoral, cuyo desenlace será en el 2 de junio, el gobierno de Salomón Jara está obligado a realizar las investigaciones pertinentes respecto a las obras malhechas o a medias que recibió, de parte de la administración anterior. Es una ofensa al pueblo oaxaqueño que dichas irregularidades y el saqueo –que sí lo hubo- queden en la impunidad o sean sólo motivo de escarnio mediático o como botín político.

Nada, absolutamente nada justifica que, luego de más de dos años de llevarse a cabo la obra de Símbolos Patrios en el gobierno anterior, con un presupuesto considerable en millones de pesos, quienes transiten por dicha zona, se percaten de que todo sigue igual; que el proyecto de una gran obra simplemente fracasó. O el caso del llamado Circuito Interior, que en partes sigue intransitable, pues en las mismas hay hundimientos que, por cierto, no han sido reparados.

Y qué decir, de aquel cacareado proyecto del Teatro “Álvaro Carrillo”, un espacio cultural que sigue en completo abandono, pero que en su momento requirió más de 500 millones de pesos, para quedar en una triste obra negra. Las evidencias ahí están. Nadie está inventando nada. Y si bien hay ex funcionarios que están bajo proceso o privados de la libertad con cargos penales respecto a las referidas obras, deben fincarse responsabilidades también a quienes por consigna u omisión lo permitieron.

Las únicas obras emblemáticas de que podría jactarse la pasada administración, resultaron un fiasco. Además, como están o como quedaron, constituyen un agravio a los oaxaqueños. Dicen que en política la forma es fondo. Tal vez por ello, echar la cinta atrás se ha convertido en la moda en estos tiempos de la llamada transformación. Bajo esa premisa, quien tiene la razón no necesita armas pleitos ni sacar el espíritu pendenciero.

En mi opinión, por respeto a la ciudadanía oaxaqueña, los expedientes respecto a las obras citadas y otros temas de la agenda política como es el caso del abominable “Cártel del Despojo”, deben llevarse a fondo, más allá de filias y fobias políticas y partidistas. Incluso de compromisos o militancia. Dejar las cosas como están por consigna o disciplina, será una afrenta ciudadana. Sin embargo, el gobierno de la Primavera Oaxaqueña no deberá guardar silencio y corregir las irregularidades que le dejaron.

Pues será más penoso tenerlas como monumentos a la ignominia y la corrupción, además, como vulgares elefantes blancos que sentarán un penoso precedente de impunidad para los oaxaqueños.(JPA)

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