Ni salud, ni educación
Isidoro YESCAS
La gran tragedia de Oaxaca es que ya llevamos tres sexenios al hilo, y se ha agotada ya el primer año del cuarto sexenio, sin que en los indicadores de desarrollo social (pobreza, salud y educación, fundamentalmente) se adviertan cambios sustanciales que permitan festinar que vamos por el rumbo correcto.
Sin embargo, en estos 19 años, tanto en los planes de gobierno como en los discursos políticos los gobernadores en turno se han esmerado en colocar los temas del combate a la pobreza, la lucha en contra del rezago educativo y el ofrecimiento para mejorar y ampliar la cobertura de los servicios de salud como puntos nodales y estratégicos para superar el subdesarrollo que ya es casi histórico en nuestra entidad.
La persistencia y reproducción de estos graves problemas que padece Oaxaca no se han ocultado y, por el contrario, se reconocen en las evaluaciones que se llevan a cabo por parte de las propias instituciones gubernamentales, sin embargo lo que se omite es la ineficiencia y la corrupción que ha permeado a lo largo de estos sexenios en el manejo de los programas federales y estatales destinados a combatir la pobreza, el rezago educativo y la baja cobertura y ausencia de los más elementales servicios médicos en las clínicas y hospitales del sector salud, sobre todo en las zonas rurales.
Y a fuerza de tanta corrupción y solamente administrar los problemas, desde el sexenio pasado la suma de ineficiencia, clientelismo electoral y complicidades de todo tipo para mal administrar los recursos públicos entre gobiernos y líderes sindicales lo que se ha provocado es una crisis financiera e institucional que, por ahora, se ha hecho más visible en los sectores educativo y de salud.
El fracaso de la reforma educativa en Oaxaca es apenas un botón de muestra de la crisis en este sector, resultado de la imposición por parte del gobierno de EPN de un modelo no consensado con la sección 22 del SNTE (y toda la CNTE) y que con el gobernador Alejandro Murat ya prácticamente recibió el tiro de gracia: en menos de un año el gobierno del estado le devolvió al gremio magisterial, de facto, parte de los espacios burocráticos del IEEPO – perdidos con la creación del “Nuevo IEEPO-” entregándoles, además, la cabeza del Director General, Germán Cervantes Ayala.
La crisis en el sector salud, y específicamente en la SSA, parecería más grave pues si bien se reconoce oficialmente que arrastra un déficit de mil 700 millones y un pasivo de seis mil millones de pesos, no se admite que su origen y causas no se encuentran solamente en la contratación irregular de miles de trabajadores sino en la discrecionalidad y corrupción prohijada en los más altos niveles de la estructura piramidal de esta Secretaría con dos gobiernos priístas y uno aliancista.
Durante el gobierno de José Murat, pasando por el de Ulises Ruiz Ortiz y rematado por el de Gabino Cué el denominador común en la SSA ha sido el de violar disposiciones legales, malversar y desviar los cuantiosos recursos económicos y materiales destinados a esta Secretaría: desde subejercicios y pagos injustificados (los mil “aviadores” que apenas se descubrieron, vgr) hasta la inobservancia de normas para la licitación en la construcción de hospitales y la contratación de proveedores de medicamentos y equipo médico.
Fue un buen negocio para los titulares de la SSA durante el gobierno de URO construir decenas de hospitales regionales sin equipamiento y sin suficiente personal médico; fue otro gran negocio para quienes estuvieron al frente de la SSA (y el Seguro Popular) en el sexenio de Gabino Cué continuar construyendo y malequipando hospitales y desviar recursos para supuestas compra de medicamentos, incluyendo el fraude de medicamentos caducos en el Seguro Popular.
Es en este contexto que ahora el remedio impuesto por el tercer Secretario de la SSA del gobierno en turno, Juan Díaz Pimentel, puede resultar peor que la enfermedad: al meter en el mismo paquete de despedidos a “aviadores” y trabajadores irregulares, y confrontarlos en un primer momento, alentó un problema mayor que si no se rectifica puede propiciar una mayor movilización y presión sindical con todos los costos políticos que en un año electoral puede acarrearle al PRI y al gobierno del estado.
Solamente habrá que imaginarse lo que podría ocurrir para el fin de semana si, además de los sindicatos de la SSA, se suman en su apoyo la sección 22 del SNTE y el STEUABJO, solo por mencionar los dos gremios que ya calientan el brazo para cerrar calles, bloquear carreteras y paralizar las actividades institucionales.
Al tiempo.
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Enero 24 del 2018.