La X en la Frente 

Los que pensaban que no iba dónde ya estaba

Moisés MOLINA

Poco a poco, 2018, como la humedad en estos tiempos de aguas, persistentemente, se filtra en nuestros techos y paredes.

La mejor impermeabilización no es impedimento para que 2018 se cuele poco a poco, en un inicio, hasta que esté completamente hasta en nuestros vehículos cuando encendamos la radio.

Una de las formas de construir parte de la historia de México, es por sus procesos electorales que, se supone, debería ser celebración cívica, oportunidad para elegir el México que queremos.

Si concienzudamente decidimos que lo mejor es la percepción de una productiva y benéfica estabilidad con cambios de fondo o nos lanzamos de nueva cuenta al vacío ante nuestra percepción de que no nos gusta el país que tenemos y que es culpa de los políticos.

Ya se empieza a hablar de candidatas y candidatos. Ya se empiezan a promocionar por todos los medios posibles en la cuerda floja de la ley.

El triunfo depende de muchas variables, muchísimas.

El partido, su estructura y membresía; el programa con el que piensa gobernar en caso de ganar, su pasado, presente y expectativas; su vida pública; su preparación, su relación con la multiplicidad de actores y grupos políticos, su desgaste, sus resultados en responsabilidades públicas pasadas y su estilo personal.

No se trata de querer, sino de poder. Manda el que tienen su credencial para votar y si, por algo, no le gusta el candidato o la candidata, pues, un voto menos y en este país se gana o se pierde por un voto. No hay segunda vuelta.

México tiene de dos:

  • Regreso a los extremos que representan dos partidos que tienen estructura para competir, antagónicos y que estan buscando una alianza como el agua y el aceite; o
  • Retomar la experiencia europea de la socialdemocracia que se sitúa en el medio y, para mí vital, con pleno respeto al medio ambiente y a los grupos indígenas.

 

Vamos a la segura o seguimos experimentando. Hoy Trump está en La Casa Blanca.

¿Por qué vota la gente? ¿Qué le motiva a cruzar la boleta por tal o cual opción en los tiempos de la despensa y la compra y coacción corporativa del voto, donde la propuesta ya ni y por ello un anuncio del país que habitan nuestros hijos?

¿Usted qué dice? ¿Por gratitud o por confianza?

Sea lo que sea o lo que pienses y por qué lo pienses, hay protocolos que a nadie más que a sus encargados interesa y se tienen que cumplir por mandato de ley, se estimen o no necesarios.

La omisión de algunos de ellos que nada interesa al elector promedio tienen, si no se cumplen, consecuencias gravísimas para partidos y candidatos; uno de ellos es la PLATAFORMA ELECTORAL, que pocos saben qué es y a casi nadie interesa. Los medios, periodistas y reporteros solo son movidos, para redactar sus textos, por el detalle de si se presenta o no, en tiempo y forma.

El contenido… es lo de menos … bla,, bla, bla…

Es el origen de nuestro déficit de ciudadanía.

El legislador acertó cuando lo hizo obligatorio. Ahora debería ser igualmente obligatoria su difusión por todos los medios posibles. Para que a fuerza de responsabilidad política, la gente la tenga hasta en la sopa, en lugar de la infeliz ocurrencia del uso del tiempo de los partidos en radio y televisión. ¿Cuál es el espíritu? ¿Que la gente se convexa que el de enfrente es el peor candidato?

Todo mundo le cambia el canal. Es molesto y ofensivo.

Estamos ante un nuevo paradigma que parte de la cultura política de cada quien. De ese conjunto de percepciones; fundadas o infundadas; ciertas o falsas; sustentadas y medidas u ocurrentes. Todo se reduce a una cosa. ¿ESTÁ CONTENTA LA GENTE? Como si todo fuese obligación del Estado y el ciudadano estuviera solo para recibir.

Alcanzar, recuperar, permanecer en el poder. Esos son los objetivos de los Partidos Políticos que tienen la peor imagen entre la gente. Y ¿sabes qué? Entre más indiferencia ciudadana, menos participación, más confort para esas enormes maquinarias que tienen todas, la misma calificación.

La ley, en medio de todo este pesimismo y desinterés, obliga, sin embargo, a los partidos a entregar, cuando registran a sus candidatos, entre varias otras cosas, un documento llamado PLATAFORMA ELECTORAL, que tiene su eje en su programa se acción (documento también exigido sine qua non, para poder obtener su registro como Partidos Políticos), que es el resultado de mucho tiempo, viajes, conferencias, foros, simposios, visitas de trabajo a creadores de experiencias exitosas, estudio y conocimiento de la realidad nacional, que no es la misma en Quintana Roo que en Tamaulipas; o entre el norte próspero y el sur con ese pagaré que parece -ojalá- hasta ahora vemos que se está haciendo válido.

Este Organismo especializado es tan importancia como la instancia que elige al candidato de cualquier partido. Porque para ver a México próspero debemos acostumbrarnos a entender que primero es el PROYECTO y después los CANDIDATOS.

Nadie conoce sin embargo cuál es este organismo que hace este trabajo permanentemente para cada partido: Social, político, económico, financiero, del campo, la ciudad, mujeres, jóvenes, adultos mayores, personas con discapacidad, desigualdad, pobreza, política exterior, medio ambiente y sustentabilidad, carreteras, telefonía, banca de desarrollo, procuración de justicia, combate a la corrupción, oportunidades, soberanía alimentaria, Fuerzas Armadas y una larga lista de etcéteras que son un DIAGNÓSTICO DEL PAÍS, para evitar ocurrencias mesiánicas y contradicciones insuperables en temas como ABORTO Y PENA DE MUERTE, por citar nada más Dos ejemplos.

Mi reflexión a La Luz de todo lo anterior y leídos muchos textos del pasado inmediato es que José Murat no perdió.

Mi opinión personal es que la Fundación Colosio ya estaba pensada desde el Pacto por México para él.

La Plataforma Electoral que la fundación Colosio elabore, deberá contener los lineamientos que definirán la oferta de su candidato presidencial y habrá, inevitablemente una agenda al Pacto por México, por dos razones elementales:

  • Las reformas de gran calado no entregan resultados finales en seis años; y
  • Si México no elige en 2018 la continuidad de ese proceso, independientemente de los partidos, borrará de un plumazo lo positivo que se ha logrado y empezaremos de cero.

Por ello, poco a poco, la sociedad tomará en sus manos la responsabilidad de revisar estos documentos donde duerme verdaderamente el llevado y traído PROYECTO DE NACIÓN, para saber si los mensajes de los políticas en campaña son falacias, imposibilidades, promesas electorales, ofertas irresponsables o peroratas de odio; o si son articulaciones verbales coherentes, creíbles, posibles, sustentadas, medibles y acordes a la realidad.

Estos organismos especializados, no los mandó crear la ley para abultar la -regularmente- ineficiente burocracia de los partidos.

Son órganos necesarios, de la mayor importancia con atribuciones y obligaciones. El rostro programático, académico, prestigiado, de certidumbre que también cumplen una importante función de operación política.

Aquellos que piensan que son espacios de consolación, aunque así lo sigan creyendo, en una elección presidencial, demanda a los mejores, los más experimentados, a los expertos, a los que saben, a los que tienen el talento y la capacidad para integrar el mejor equipo de trabajo.

Lo mismo técnicos que políticos. Ideólogos o académicos; elocuentes y que sepan debatir y defender. No es sencillo.

Es una tarea que amerita recorrer antes y con el candidato la nación entera. Es el que articula el mensaje, el discurso, la formación del candidato como candidato. Mujer u hombre de todas las confianzas. No puede fallar una cifra.

Quién creyó que quién iba donde no iba, ahora sabe, que el maestro es el maestro.

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