Al Margen 

Independientemente de quién gane los comicios del 1-J, la CNTE irá por la derogación de la reforma educativa

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Adrián Ortiz Romero Cuevas

Martes 1 de mayo de 2018.

Con el inicio del mes de mayo, arranca también la jornada anual de lucha de la Sección 22 en Oaxaca, y nada impide que también lo haga la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, como movimiento magisterial regional en el sureste del país. Este año, las protestas serán particulares, porque existe la intención central de conseguir la cancelación de la reforma educativa. Así lo revela el pliego petitorio que planteará a partir de ahora el magisterio oaxaqueño; y esa era la previsión, de acuerdo al momento electoral —y en la antesala de un nuevo gobierno federal— que estamos viviendo en México.

En efecto, durante el fin de semana la Asamblea Estatal del magisterio oaxaqueño dio a conocer el contenido de su pliego petitorio. En éste, de acuerdo con una nota de El Universal, el magisterio oaxaqueño insiste en la abrogación de la reforma educativa y las leyes reglamentarias “porque afectan sus derechos laborales, sindicales, escalafonarios y humanos”. También dentro de sus demandas centrales, exigen respeto a la estabilidad laboral y sus condiciones generales de trabajo, la abrogación de la Ley Estatal de Educación Pública de Oaxaca y el reconocimiento del Plan para la Transformación de la Educación de Oaxaca (PTEO).

En sus demandas políticas, exigen el cumplimiento de acuerdos políticos y minutas firmadas entre el gobierno de Oaxaca y la Sección 22 del SNTE, una mesa de negociación tripartita, la cancelación definitiva de la evaluación docente, la desaparición de módulos y escuelas irregulares, cese del hostigamiento laboral y derogación de la Ley de Seguridad Interior. En sus peticiones laborales, están la bilaterialidad en las negociaciones y la devolución de sus espacios en el Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO), contratación inmediata de los normalistas, pago de la tercera etapa a tres mil 699 trabajadores regularizados y pago de prestaciones, entre otras.

De la misma manera, piden la liberación de los “presos políticos y de conciencia” Lauro Atilano Grijalva Villalobos, Sara Altamirano Ramos, Damián Gallardo Martínez y Roque Coca Gómez, así como la presentación con vida de los desaparecidos. Castigo a los autores intelectuales y materiales de los hechos ocurridos el 19 de junio de 2016 en Asunción Nochixtlán y la reconstrucción de escuelas, viviendas, carreteras y espacios públicos que fueron afectados por el los sismos de septiembre de 2017 y febrero de 2018.

De todo eso, lo que resalta es la viveza con la que remarcan la intención de ir contra la reforma educativa. Ese ha sido uno de sus planteamientos de fondo, aunque en realidad hasta antes de que Andrés Manuel López Obrador se pronunciara a favor de la derogación de esa legislación, los llamados de la Sección 22 y de la CNTE al respecto, habían sido algo así como voces en el desierto.

Hoy, con el empuje que le dio la campaña del Candidato Presidencial de Morena a dicha exigencia, parece claro que el magisterio del sureste del país ya no tiene más impedimento para ir a tratar de conseguir ese objetivo, independientemente de las circunstancias. Eso es algo que debemos anotar y ver su desarrollo durante los meses siguientes, porque será uno de los temas que determinen la gobernabilidad para el segundo semestre del 2018, y que marquen la agenda del nuevo régimen.

 

LUCHA PREVISIBLE

Al respecto, apuntamos el 4 de abril en esta columna que desde hace mucho tiempo, la Coordinadora dejó de ser un problema local circunscrito únicamente a Oaxaca, Guerrero y Chiapas, para convertirse en un asunto nacional. La combinación de la conocida altivez y capacidad de movilización de la CNTE, y la propuesta de derogar la reforma educativa durante el próximo sexenio, dijimos, debe ser desde hoy un tema que preocupe a todos los candidatos presidenciales.

Y, en aquel momento, nos preguntamos: ¿cuál es la razón? Que gane o pierda, Andrés Manuel López Obrador prendió esa mecha de la inminente movilización magisterial, al tratar de lanzar propuestas que simpatizaran lo mismo con la CNTE que con los profesores del SNTE identificados con Elba Esther Gordillo. Queda claro que no todos los maestros del país mantienen una postura en contra de la evaluación, igual que como resulta cierto que muchos de ellos —los gordillistas— podrían asumir la derogación de la reforma educativa más allá de su contenido, sino como una necesidad de reivindicación del poder de la ex lideresa magisterial, que fue encarcelada por el impulsor de la reforma educativa, y que en un régimen opuesto tendría como sanción política la derogación de la reforma como una manifestación del poder recuperado por la hoy defenestrada maestra Gordillo, en un posible regreso al poder.

El problema hoy, apuntamos hace casi un mes, es que independientemente de lo que ocurra el 1 de julio, de todos modos la CNTE tratará de volver a la carga con respecto a la derogación de la reforma. Hace algunas semanas, López Obrador remarcó su postura relacionada con la reforma educativa, pero dijo que su forma de terminar con las normas que rigen a la evaluación docente —médula de la reforma educativa— sería a través del proceso legislativo (es decir, enviando una iniciativa que modificara el contenido constitucional y legal, para que los diputados la aprobaran).

Considerando lo anterior, dijimos líneas adelante en aquella entrega, lo más probable es que antes del término del presente año, el gobierno federal tendría a una Coordinadora manifestándose abiertamente en la capital del país, mostrando su músculo político, y su afinada capacidad de organización y movilización, de la que ya le dieron amplia cuenta a la administración del presidente saliente Enrique Peña Nieto, y de la que no tendrán ningún problema de volverle a demostrar a cualquiera que sea el Presidente a partir del 1 de diciembre próximo.

 

SILENCIO OPROPBIOSO

A partir de todo eso, resaltábamos desde entonces algo que hoy parece ser vital para el futuro inmediato de la democracia y la gobernabilidad en México: que cada uno de los candidatos presidenciales establezcan sus prioridades y planteamientos, con respecto a lo que prevén para enfrentar este problema de gobernabilidad que de forma inminente tendrán con la CNTE. Como bien lo sabemos en Oaxaca —producto de experiencias como la del gobierno de Gabino Cué, que intentó ser aliado de la CNTE y nunca lo logró a pesar de haberse plegado durante años a sus exigencias y presiones—, el magisterio democrático tiene una vocación opositora insuperable e infranqueable, que irremediablemente los llevará a encarar, pero nunca a aliarse, con quien sea el próximo Presidente. Así sea su candidato actual, Andrés Manuel López Obrador. ¿Alguien lo duda aún?

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