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El comentario de hoy, martes 5 de agosto 2025

Hay que aplaudir la decisión presidencial de que Oaxaca contará en este año y los dos que vienen, con tres hospitales; además de nosocomios de alta especialidad, ello, en el marco de la construcción de la Ciudad Salud, en San Lorenzo Cacaotepec, cuya terminación se espera para 2027. Se trata, sin duda alguna, de una acción inédita en la historia de nuestra entidad. Esperamos que dicha promesa se concrete.

Sin embargo, desde hace al menos unos 15 años o tal vez más, uno de nuestros hospitales más emblemáticos, el “Aurelio Valdivieso”, vive una crisis recurrente, que va más allá de cambios o enroques de directivos o jaloneos sindicales. Vale recordar que, en la transición de los gobiernos de Gabino Cué y Alejandro Murat, una de las primeras acciones de éste fue visitarlo, constatar las condiciones deplorables de dicho nosocomio y ofrecer mejoras.

Nada pasó, ni ha pasado hasta hoy. El Hospital Civil siguió y sigue en las mismas. Falta de mantenimiento, de medicamentos, insumos, equipo, rehabilitación y hasta lo más elemental como es la lavandería, el avituallamiento de quirófanos y hasta la alimentación para pacientes y personal. La situación ha llegado a tales niveles que, personas de escasos recursos, oaxaqueños pobres que tocan sus puertas, tienen que sufragar la adquisición de sus medicamentos o equipo para cirugías. Y la familia hacer el aseo de baños y pasillos.

¿Cómo poder echar las campanas al vuelo con grandes proyectos, si con lo que tenemos no podemos? Hoy mismo hay que ver a centenas de pacientes y familiares de oaxaqueños que buscan una alternativa de salud y vida, atiborrando las entradas de dicho hospital; pernoctando toda la noche a la intemperie y salir con su receta para surtirla en cualesquiera de las farmacias que hay en las inmediaciones.

Lo que causa mayor indignación es la forma tan burda, tan superficial, con la que mandos de los Servicios de Salud en la entidad, abordan la problemática. Porque ésta se replica en otros hospitales. No es nada nuevo, ni para los medios ni para la población que, administrar la salud, es el gran negocio de inmorales y cínicos. Eso sí, se señala con índice de fuego al pasado. Se ve la paja en el ojo ajeno, no la viga en el propio.

Son plausibles pues, los grandes y ambiciosos proyectos, pero no se puede echar en saco roto nuestra triste realidad en materia de salud. Sólo un torpe y obtuso puede negar que, desde hace al menos tres sexenios, como se dice vulgarmente, no la hemos visto llegar en este rubro. Que vengan las nuevas instalaciones, la nueva infraestructura, pero no hay que olvidar que persisten rezagos que urge atender. (JPA)

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