El comentario de hoy, martes 19 de agosto 2025
Diversos municipios oaxaqueños requieren la aplicación del operativo “Sable”, una de las estrategias institucionales que el gobierno de la Primavera Oaxaqueña ha puesto en marcha, encabezada por la Fiscalía General del Estado y la coordinación con diversas fuerzas de seguridad y castrenses federales. Es urgente y necesario limpiar las corporaciones locales de malos elementos y de esa abominable complicidad de mandos con los grupos criminales.
La semana pasada, dicho operativo se llevó a cabo en Pinotepa Nacional y Putla Villa de Guerrero, con el resultado de elementos detenidos, aseguramiento de armas que han operado de manera ilegal y detección de sistemas de videovigilancia, en ambas poblaciones. Hace un par de meses, dicho operativo se llevó a cabo en Juchitán de Zaragoza, con resultados similares.
Sin embargo, en este municipio istmeño, el citado operativo debe replantearse, pues aún con la detención de mandos y policías municipales, el catálogo de ejecuciones y homicidios dolosos no se ha reducido. Son nota diaria incluyendo feminicidios, el incremento en cobro de piso, extorsiones y secuestros. En la opinión pública, algo tiene que ver la complicidad entre la política y la delincuencia.
Si bien a nivel nacional las estadísticas de homicidios dolosos se ha reducido en un 25%, como reconoció la semana anterior la presidente Claudia Sheinbaum, al menos la ciudadanía istmeña no puede decir lo mismo. Algo similar ocurre en Salina Cruz, convertido ya en un matadero cotidiano. Las redes sociales y plataformas digitales se han dado vuelo para exhibir este panorama preocupante de inseguridad.
En la capital oaxaqueña uno de los delitos que se ha exacerbado, es la extorsión en diversos niveles. Hay una modalidad. Delincuentes con uniforme de la Comisión Federal de Electricidad llegan a los domicilios y, con el argumento de que los medidores son viejos, exigen cuotas, bajo la amenaza de que los usuarios serán sancionados con multas elevadísimas, si son denunciados a la paraestatal. Aparte claro, con el ardid de que llegará un paquete o con seguros de vida contratados.
Sin duda alguna el gobierno ha hecho su mejor esfuerzo. Pero no ha sido suficiente. El mal se ha extendido. Algunos rubros como el huachicoleo, es decir, el brutal robo de combustóleos y derivados, que tiene en la ruina a Pemex, tan común en todo el país, no se puede explicar sin una clase política que ha soliviantado a la delincuencia organizada y la de cuello blanco.
En algunos municipios istmeños dicho mal ha permeado. Sus efectos, sin embargo, se han extendido por todo el estado, contaminando a las corporaciones policiales locales que han caído en las redes criminales. El operativo “Sable”, pues, representa al menos, un aliciente para nuestras sufridas comunidades. (JPA)