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El comentario de hoy, jueves 31 de julio 2029

Terminan los festejos de julio. Ahora hay que esperar la temporada del Día de Muertos, en noviembre o diciembre, con La Noche de Rábanos, para volver a echar la casa por la ventana y siga la fiesta. Es decir, ya se echaron los cuetes, ahora a levantar los palitos. Tiempo de ir volviendo a nuestra realidad; a poner los pies sobre el suelo, de la carestía, la inflación, la inseguridad y la impunidad.

Luego del huateque vale la pena hacer una reflexión. De las ciudades calificadas por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura –UNESCO- como Patrimonio Cultural de la Humanidad, sin duda alguna la capital oaxaqueña ocupa uno de los primeros lugares. Pero no en conservación o en llevar con orgullo dicha distinción, sino en deterioro, abandono y apatía institucional.

No lo sé a ciencia cierta, pero supongo que las ciudades patrimonio, la de México, Puebla, Morelia, Guanajuato y Zacatecas, tienen algún reglamento que les permite la salvaguarda de su legado monumental. Aquí no lo hay. O si existe, cada quien se pitorrea del mismo a placer. Ello ha dado lugar a que, pese a las reglas y sanciones que aplica el Instituto Nacional de Antropología e Historia –el INAH- en su supuesta preservación de la imagen colonial, muestra ceguera en otras.

Del tema he comentado en otros espacios. Sin embargo, me sigo preguntando: ¿la norma federal vigente en materia de preservación de edificios históricos, catalogados o no en el Centro Histórico, valida la construcción de terrazas? En el gobierno municipal, desde hace al menos tres trienios, le han dado la vuelta al tema. Por supuesto, se trata de un boyante negocio la autorización municipal para las mismas.

Ojalá –no soy quién para dar consejos ni sugerencias- el edil de la capital, Raymundo Chagoya o su Secretario de Gobierno se den una vueltecita por las consideradas ciudades patrimonio y tomen nota de lo que se puede hacer respecto a ese deterioro de que hablamos. Ello, si existe el propósito sano de devolverle a Oaxaca de Juárez algo de su grandeza. Si el tema es sólo seguir pateando el bote y verle a todo el signo de pesos, poco se puede hacer.

Pues hay obtusos que asumen que el poder es eterno. Y que siempre estarán en el candelero, aunque cuando sean ciudadanos simples y de carne y hueso, la ciudadanía les juzgue sin piedad. Por lo pronto, se acabaron las calendas, el convite, el desfile de delegaciones, el Bani Stui Gulal, La Guelaguetza, Donají. La Leyenda y demás del mes de julio. (JPA)  

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