Opinión 

El comentario de hoy, miércoles 2 de enero 2019

Terminó 2018 con toda su cauda de problemas, sorpresas y desencantos. No fue un año fácil. Seguimos padeciendo los terribles gasolinazos, los incrementos en la canasta básica, la pobreza y el rezago. Este fin de año miles y miles de mexicanos se quedaron sin trabajo. Sin más, fueron despedidos de las dependencias en donde trabajaban. Pasaron una Navidad amarga y un Año Nuevo de angustia.

Sin ánimo fatalista se avecinan tiempos difíciles. El cambio de gobierno ha traído consigo también acertijos y muchas dudas. Crecimos en regímenes en los cuales los cambios se dieron de manera paulatina. En que la división de poderes era en un marco de respeto e institucionalidad. En un ambiente en donde el derecho al trabajo era algo sagrado. Demoler las instituciones es pensar ingenuamente que México será otro por decreto o por un plumazo.

Algo que ha calado hondo en la opinión pública por ejemplo, es la burda confusión entre una persona que ha sido privada de la libertad por la autoridad por sus ideas políticas, a quienes han sido detenidos en flagrancia, como viles delincuentes. Sin asumirse como jueces o fiscales –que no es labor de los medios- la liberación de maestros y activistas, acusados del secuestro de dos menores, ha sido una bofetada al sistema de justicia del país y un capítulo más de la impunidad magisterial.

En poco más de un mes hemos percibido que el nuevo régimen se ha orientado a demoler todo lo podrido del anterior, pero también ha incurrido en excesos. Considerar neofascistas a los críticos; prensa fifí al periodismo que cuestiona las nuevas políticas y novatadas; poner en tela de juicio la desobediencia del Poder Legislativo, hace presumir actitudes autocráticas que poco a nada tienen que ver con un régimen emanado de la voluntad democrática.

En fin, esperamos que como en todo inicio se cometan yerros y dislates y que en este año que recién inicia –como dicen las consejas populares- las aguas se asienten para dar paso a la cordura, la madurez, la civilidad. Que como ciudadanos veamos en este 2019, los pasos seguros para abatir la corrupción; la extinción de la mafia del poder y no su transformación en otra. Que haya respeto por la libre expresión sin calificativos ni denuestos y que México, en fin, siga labrando los caminos de su desarrollo y su propio destino. (JPA)

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