Opinión 

El comentario de hoy, martes 8 de octubre 2019

El jueves pasado por la noche, y después de mucha alharaca, sobre todo de la bancada del Movimiento de Regeneración Nacional, con el voto de 32 diputados y diputadas, se autorizó al ejecutivo estatal la contratación de un préstamo por 3 mil 500 millones de pesos. Uno más en lo que va de la presente administración. Como en los dos regímenes anteriores, las finanzas del estado sobreviven de prestado.

Ya es común la difusión de notas laudatorias de calificadoras de crédito, que nos ubican como un gobierno con finanzas sanas. Por supuesto que no. Somos una de las entidades del país con mayor deuda. Aunque se diga lo contrario. Información oficial afirma que los recursos de este préstamo serán utilizados en más de cien proyectos, algunos de ellos ya en curso, total o parcialmente terminados.

Lo que despertó la crítica ciudadana en redes sociales fue la postura de ambigüedad y falta de ética de la bancada mayoritaria de nuestros representantes populares. En principio, la sospecha del abominable “pago por evento”, que es una especie de embute discrecional –dicen que en efectivo- por apoyar tal o cual iniciativa. Aquí no valen ni los principios del partido ni, mucho menos, el “no robar, no mentir, no traicionar” que enarbola MORENA y sus seguidores. Sólo vale la conveniencia personal.

Otro de los factores que obstaculizaron la aprobación de la solicitud del ejecutivo estatal, fue la forma amañada con la que algunas diputadas, buscaban mayores beneficios para apoyar el préstamo. Y era exigir una suma millonaria para catapultar “sus proyectos”, en sus distritos, en los cuales ya tenían amarradas a constructoras y contratistas, familiares entre los beneficiados.

Pese a ello, una de las prebendas que recibió la mayoría, fue la potestad sobre las obras que se llevarán a cabo en sus distritos. Las mismas –trascendió- ya fueron pactadas en la Secretaría de Finanzas. Es decir, los y las diputadas serán quienes contraten las obras, obviamente con lo que ello representa de beneficio económico. Ésta es la clase de representantes populares que tenemos. Hay quienes leen con dificultad y ni siquiera conocen de iniciativas o leyes, pero ¡oh, paradoja!, son los que las discuten y hasta las aprueban. La actual legislatura pues, se ha perfilado a un año de gestión, como la peor de la historia del Congreso local. Además, ha duplicado a su arbitrio el presupuesto que se auto-asignó, convirtiéndola en la más onerosa e improductiva del país. Es un ejemplo burdo de la corrupción, la opacidad y la podredumbre. Es una forma ominosa de la descomposición de la política, ya de por sí, tan demeritada en el imaginario colectivo. (JPA)

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