El comentario de hoy, martes 6 de agosto 2024
La semana anterior, la Fiscalía General del Estado asestó un golpe a la trata de personas. Rescató a un grupo de niños y adolescentes originarios de Chiapas, quienes eran explotados laboralmente por sujetos de su misma etnia, tzeltal o tzotzil que, con engaños los arrancan de sus hogares para traerlos a Oaxaca y distribuirlo por las calles y Centro Histórico, con cajones para la venta de cigarros, dulces y demás, cuya ganancia llevan a sus explotadores.
Pero no es lo único que hacen estos vivales. Manejan también a grupos de mujeres indígenas, de dichas etnias, casi niñas, a quienes ubican en lugares estratégicos para pedir limosna o vender chicles o dulces. Llama la atención que muchas de ellas llevan en las espaldas a bebés o niños pequeños de la mano, quienes de manera temeraria se meten entre los vehículos a solicitar la moneda. Por operativos hechos en años anteriores, se descubrió que todos ellos viven hacinados en vecindades, en completa insalubridad y promiscuidad.
En esta ocasión fueron detenidos dos presuntos responsables. Sin embargo, cada que se realizan estos operativos, como por arte de magia dejamos de ver a los y las menores explotadas por nuestras calles. Una vez pasado el efecto, vuelven los tratantes o traer su infame carga. Obvio, se escudan en su identidad indígena para no recibir castigo ejemplar. Y es que la ley debe tener observancia general para un delito tan grave y sancionado como es la trata de personas.
Sólo basta observar a las mujeres menores de edad con bebés, para presumir una posible explotación sexual. Algo que también padecemos en algunos de nuestros grupos étnicos: el comercio carnal incluso de mujeres sin haber llegado a la pubertad. Lo anterior es una afrenta al cacareado discurso de grupos y organizaciones que dicen defender los derechos de mujeres, niñas, niños y adolescentes, tan en boga en los discursos políticos. Aunque sea sólo eso. Se mira la realidad como si fuera un mundo aparte y no lo que vivimos a diario.
Sin duda pues, el tema necesita sanciones severas contra los presuntos responsables y trabajar con las autoridades chiapanecas para inhibir este ilícito, pues se sabe que, una vez retornados a sus lugares de origen, vuelven a ser enganchados. Empero, teniendo en cuenta la terrible situación de inseguridad y desplazamiento de grupos étnicos que se da en estos tiempos en el vecino estado, por la disputa entre los cárteles de la droga, será el buen juicio de las autoridades lo que salve a estos niños, niñas y adolescentes de un destino más cruel. (JPA)