El comentario de hoy, martes 5 de marzo 2024
Los incendios forestales han fustigado al territorio oaxaqueño. Comunidades enteras han desplegado su mejor esfuerzo para evitar daños al patrimonio y vidas. Hace unos días fue Ixtepeji, en la Sierra Juárez. El siniestro arrasó cientos de hectáreas, vehículos y viviendas. La semana anterior, fue la comunidad de San Lucas Quiaviní, en el Valle de Tlacolula. Al menos cinco días tardó en incendio, que se extendió a pueblos vecinos como San Pablo y San Felipe Güilá. El fin de semana pasado les tocó a Santa Lucía del Camino y Santa Cruz Amilpas. Pero hay decenas de siniestros que siguen activos en el interior del estado.
En las tareas del combate al siniestro, cinco comuneros de Quiaviní perdieron la vida calcinados. Dicha población enterró a sus difuntos, en medio del coraje y la indignación. Autoridades y vecinos reclamaban el apoyo gubernamental. Sin embargo, la solidaridad de decenas de comunidades fluyó de manera oportuna. Las fotografías y videos de los cinco ciudadanos fallecidos, esos sí verdaderos mártires y de cientos de mujeres que subían a la zona del siniestro con agua y víveres, ha forjado un hito en la conciencia colectiva oaxaqueña.
Brigadas de auxilio que partieron de poblaciones como San Pablo Villa de Mitla, San Dionisio Ocotepec, Santiago Matatlán, Guelavía y decenas de comunidades zapotecas más, contribuyó a hacer más llevadera la situación de emergencia. El villano de la película fue el gobierno estatal. Como consecuencia, la protesta e inconformidad se plasmó en al menos seis bloqueos carreteros, sólo en los Valles de Mitla y Tlacolula, como medida de presión para exigir aeronaves y combatir el citado siniestro.
El consabido método fue un arma de doble filo: ¿cómo transitar de manera expedita la ayuda humanitaria de la sociedad civil, voluntarios, ambulancias, Fuerzas Armadas, bomberos, carros cisterna, etc., en una vialidad colapsada por vehículos varados durante cerca de 20 horas? ¿Cómo concitar la atención y el sentimiento solidario de miles y miles de pasajeros, automovilistas, transportistas, indignados y afectados de manera colateral?
El sábado pasado, se presentó un brutal incendio en los pastizales del Río Salado que afectó a Santa Lucía del Camino y Santa Cruz Amilpas. El mismo generó cuantiosos daños materiales, por fortuna no hubo pérdida de vidas humanas. Ante el riesgo de que el siniestro llegara a estaciones de servicio de gasolina, gas o zonas habitacionales, concitó el apoyo de bomberos, operadores de pipas, voluntarios, corporaciones policiales. Cuestión de imaginarse si los afectados hubieran montado bloqueos.
Con razón y justicia o sin ellas, dicho método siempre será, al menos en Oaxaca, donde vivimos de manera permanente secuestrados, una especie abominable. Es el pueblo inerme quien paga los platos rotos de chantajistas que, en lugar de cobrar presuntos agravios al gobierno, toman como rehén a la ciudadanía. (JPA)