El comentario de hoy, martes 30 de noviembre 2021
Este miércoles inicia formalmente el sexto y último año de esta administración estatal. Es tiempo para el ejecutivo, de ir ajustando el retiro y hacer un balance de lo que se hizo en el lustro anterior y lo que aún puede lograrse. El tiempo apremia, ya lo hemos comentado en este mismo espacio. Ya se han mencionado los obstáculos y la tragedia que ha acompañado a esta administración, desde el primer año de gobierno. Sequía, ciclones y tormentas, pero, principalmente, sismos demoledores y, finalmente, la pandemia.
Uno de los problemas que más nos ha lacerado como sociedad, es la agitación e inconformidad social, traducidas en presiones, protestas y bloqueos. La política del chantaje constrata con las reducciones presupuestarias, la deuda histórica que hay en ciertas áreas y el crecimiento de la misma. Una luz de esperanza se abrió para los trabajadores eventuales de la Secretaría de Salud, que fueron despedidos desde el mes de septiembre, cuando abordaron al presidente de la República para pedirle su apoyo.
Pero éste no ha llegado y, por el contrario, el Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI), le ha dejado todo el paquete al gobierno estatal. Ocupado en otras cosas, el gobierno federal no resuelve nada. El mejor ejemplo está en la falta de medicamentos para los niños afectados por el cáncer. Por más regaños presidenciales a los miembros de su gabinete, este tema no tiene visos de solución. Menos dará una alternativa para los despedidos de Salud. Como éste, son centenas de problemas que tiene encima el actual gobierno estatal.
O son temas laborales y contener la protesta de organizaciones y grupos; o es la presión de sindicatos y gremios, como los de la UABJO o el IEBO. El eje prioritario es el dinero, los pagos retroactivos o las prestaciones. En tiempos de pandemia y sin que se presenten a laborar, los empleados sindicalizados exigen pagos que, en circunstancias reales, ni siquiera han devengado. Y para presionar al gobierno, despliegan un método infame: bloquear calles, cruceros y carreteras. El pan nuestro de cada día. Y conforme avanza el fin de esta administración, de ello no hay duda, se recrudecerá también ese método. Se le ha apostado al diálogo y más diálogo, pero no a la aplicación de la ley. Ello ha creado un espectro de impunidad. Sólo observe nada más los excesos que se cometen tomando como bandera la libertad de expresión, para justificar cierre de oficinas, de comercios, secuestro de autobuses o la toma de casetas de cobro, para extosionar a automovilistas y transportistas. Todo ello, con absoluta displicencia y cinismo. ¿Y el pueblo? Sigue lamiendo la coyunda. (JPA)

