Opinión 

El comentario de hoy, martes 3 de octubre 2023

Este 3 de octubre se celebran los 157 años de uno de los grandes episodios en nuestra historia local: la batalla de Miahuatlán. El general Porfirio Díaz, al mando de un ejército desgastado y mal pertrechado y cientos de vecinos de dicha población, escribieron una de las gestas heroicas más relevantes que se dieron en la Guerra de Intervención: la derrota del ejército francés. Ésta fue, según lo reconoce el propio general Díaz en sus “Memorias”: la batalla más estratégica de cuantas libró en su larga carrera militar.

Ello ocurrió el 3 de octubre de 1866. Los miahuatecos fueron comandados por dos oficiales locales: los coroneles Feliciano y Apolinar García, quienes lucharon a brazo partido contra el Ejército de Napoleón III, hasta pulverizar sus fuerzas. Según las crónicas de nuestros ancestros, los cadáveres de los soldados europeos quedaron esparcidos en los cerros El Yolveo y Los Nogales. Ahí se encuentra hoy en día la llamada Pilastra, a donde cada año se iza y arría la bandera en memoria de quienes ahí perecieron.

Miahuatlán de Porfirio Díaz es un pueblo con historia y con una arraigada tradición. Sin embargo, gracias a los malos gobiernos, muestra los signos del atraso y el abandono. Hoy mismo la población está lacerada por la violencia y el crimen. Se respira el hedor de la sangre; de los negocios turbios e ilícitos; de las operaciones contra la ley. Un pueblo cuyo nombre figura en la historia de México, arrastra como castigo en su territorio, la existencia de dos penales: uno federal de máxima seguridad; otro estatal.

Cientos y cientos de personas de otras entidades se han avecindado ahí. Ese cosmopolitismo ha traído consigo modas y estereotipos ajenos a la propia identidad. También se ha dado una especie de migración interna: han llegado a la cabecera de distrito, pobladores de municipios, agencias y rancherías. Sin afán de discriminación, se han trastocado las costumbres y la tradición. De aquellas casas pintorescas de adobe y teja, sólo queda el recuerdo. Hoy prevalecen los edificios y las casonas, muchas de ellas, de mal gusto.

Sin embargo, hay que valorar que, en todo este entorno, hay muestras de talento y amor por el terruño. El deseo sano de miles de sus habitantes que sólo aspiran a vivir en paz y en el trabajo. El pasado domingo se presentó el libro: “Voces de mi tierra. Poemas y relatos”, de dos distinguidos maestros miahuatecos: Esteban Arias Pinacho y Miguel Ángel Aragón Reyes. Uno radica en la Ciudad de Oaxaca; el otro en la capital del país, pero ambos coinciden en que no hay que olvidar nuestras raíces que son esencia de nuestra propia identidad. Un espacio a la cultura, a la recreación del origen. Un breviario de reflexión para jóvenes y adultos, que contribuya a atenuar el aberrante clima de violencia de los últimos tiempos. (JPA) 

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