El comentario de hoy, martes 3 de diciembre 2019
Con todos sus problemas, Oaxaca es depositaria de un gran legado: es producto de un pasado milenario; es un mosaico de culturas y tradiciones. Es una entidad a quien la Providencia heredó un sinfín de virtudes: una amalgama de etnias, un pasado histórico único y excepcional; vestigios arqueológicos que nos llevan de la mano a siglos anteriores de esplendor, plasmados, pasada la época colonial, en monumentos únicos en su género. Hermosas playas; bahías de ensueño; gastronomía inigualable; creatividad de manos mágicas y, por si ello no fuera suficiente, la capital, Patrimonio Cultural de la Humanidad, es una de las ciudades más bellas del mundo.
He ahí el gran imán que tiene para atraer a visitantes del país y el extranjero. Lo vimos en los festejos del Día de Muertos y en el pasado puente largo del mes de noviembre. Lo veremos seguramente en la segunda quincena de diciembre. Un Centro Histórico, hoteles, restaurantes, museos, mercados, etc., atiborrados de visitantes. Es en realidad un privilegio como oaxaqueño, ver en ciertas horas de la tarde/noche, el Andador Macedonio Alcalá, repleto de visitantes.
El turismo es pues, si acaso, la única industria de la que podemos presumir. Es una especie de gallina de los huevos de oro. Por todo ello, hace días nos preguntábamos, ¿de dónde habría surgido la idea de gravar con mayores impuestos al hospedaje y seguir fustigando a una fuente de recursos que recién empieza a despegar? Por fortuna, en una acción de madurez, congruencia y principios, el gobernador del estado, Alejandro Murat, declinó en su propuesta fiscal enviada a la Cámara de Diputados local, para gravar a los oaxaqueños con al menos cuatro impuestos más.
Si bien la crítica en componente esencial de los gobiernos democráticos, aunque haya quienes se resisten a ella, también vale la pena reconocer cuando hay aciertos y medidas de buen gobierno. Luego de reunirse con grupos empresariales, el ejecutivo estatal retiró su propuesta. Algunas industrias en pleno despegue, como la mezcalera, al igual que la turística, han aplaudido la decisión gubernamental. Es importante reconocer que las nuevas cargas impositivas que se preveían y quienes las proyectaron, no tomaron en cuenta la situación económica real del estado. Desde hace al menos diez años, los sectores productivos no la han visto llegar. Si no fuera por las remesas que nos mandan los paisanos que radican en la Unión Americana, con certeza estaríamos en total indigencia. Una buena decisión, pues este pueblo, no da para más. (JPA)