Opinión 

El comentario de hoy, martes 28 de junio 2022

Existe entre los oaxaqueños, grupos y pequeños segmentos sociales, un síndrome u obsesión perniciosa para montarse sobre víctimas reales y ficticias y sacar provecho. Los dirigentes lucran con la memoria de los muertos y pretenden hacer creer que se trata de héroes, por lo que, la ciudadanía debe rendirles homenaje. Mientras los más de 4 millones de oaxaqueños buscan darle vuelta a la hoja, hay unos cuantos atolondrados, empeñados en reabrir heridas. Nada nuevo ni excepcional. También en la 4T se cuecen igual.

Dos hechos se han dado en los últimos días. Uno. La pretensión de un membrete denominado “Comité de Víctimas”, que surgió a raíz de los trágicos hechos de Asunción Nochixtlán, el 19 de junio de 2016, en seguir tomando como bandera de una supuesta lucha social, a quienes perdieron ahí la vida. En ese afán, al cumplirse seis años, trajeron un monumento y, sin autorización alguna, lo instalaron en pleno zócalo de la capital.

Lo que muchos han llamado “el memorial de la ignominia”, se montó al lado de donde se instaló en 1987, la placa alusiva de la UNESCO, para reconocer a la ciudad de Oaxaca como Patrimonio Cultural de la Humanidad. Es decir, hay un protagonismo enfermizo para hacer de quienes perdieron la vida, en un exceso policial, llevados ahí, justamente por dirigentes sin escrúpulos, una bandera perpetua y un altar de mártires, que pongan contra la pared al Estado represor.

Es obvio que la reglamentación del Centro Histórico y la buena imagen del mismo, de por sí tan entredicho por el comercio en la vía pública, competen al gobierno de la Ciudad. El edil y su Cabildo no deben permitir esta afrenta más a nuestra capital y actuar conforme a Derecho. Que no les tiemblen las corvas con la amenaza de la alerta máxima que decretaron estos grupos de violentos y vividores.

Un segundo hecho es el triste papel que han asumido nuestros diputados locales, de la bancada de Morena, al emplazar al gobierno a castigar a quienes ellos han calificado como responsables de la “represión” en el movimiento de 2006. Es decir, en lugar de legislar y no exhibir más su ignorancia, su torpeza e incapacidad, han encontrado en los hechos de hace 16 años, un argumento banal para justificar una supuesta justicia social.

El país se desangra con la violencia prohijada por una aberrante estrategia de seguridad y el estado padece los efectos de siniestros, con miles de damnificados, sin que nuestros flamantes legisladores emitan un susurro siquiera sobre estos flagelos. Se dedican a desenterrar hechos que, por salud mental, la memoria colectiva ha ido desechando poco a poco. El oportunismo, la victimización y el protagonismo, a todo vapor.

Muchos se preguntan, ¿por qué no instalaron el famoso memorial en Nochixtlán, lugar de los hechos trágicos de hace seis años? Sería el tercer monumento, pues ya tienen dos: los vehículos calcinados ese día y otro dedicado a los caídos, elevados al altar cívico de los héroes, por dos o tres despistados. (JPA)

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