El comentario de hoy, martes 26 de noviembre 2019

Sin fatalismo de ninguna especie, el pueblo oaxaqueño es un pueblo de manera permanente agraviado. Hoy son unos, mañana otros. Estoy seguro de que lo que vivimos aquí no se vive en ninguna parte. El bloqueo nuestro de cada día. La vialidad colapsada, ante la indignación, coraje y frustración del ciudadano inerme. El calor, el olor a gasolina, el humo de autobuses contaminantes, el deseo de pasar primero y salir del atolladero. Todo ello, concatenado, ha creado en la sociedad un sentimiento de odio; de reclamo ante las autoridades.
El grito silencioso de miles de pasajeros varados en las carreteras, cerradas por tirios o troyanos; por las causas que Usted guste o mande, así sean domésticas o personales. Transportistas que tiene horario de salida y llegada; enfermos con cita en el hospital; trabajadores que necesitan llegar a su labor; madres de familia que llevan a sus bebés a la guardería o sus hijos a la escuela; estudiantes que tienen que correr diez, veinte o treinta cuadras para llegar a sus escuelas; camiones y vehículos circulando en sentido contrario.
A través de las benditas redes sociales se difunde, a veces desde el día anterior, la amenaza de sindicatos del transporte, maestros, normalistas o dirigentes de organizaciones sociales, para el cierre de tales o cuales vialidades o cruceros. Y ahí viene la psicosis; noches de insomnio; de vigilia. ¿Qué ruta tomar para llegar al trabajo o llevar a los niños a la escuela? ¿Llevo mi vehículo o pago camión o taxi? Y en las maldiciones y recordatorios, comparten créditos tanto el gobierno omiso como los operadores de los bloqueos, mercenarios sin escrúpulos.
En ninguna parte del mundo –tengo la certeza- la cultura del chantaje y la extorsión, bajo una falsa lucha social, está tan arraigada como en Oaxaca. Se ha llegado a niveles tan extremos que las acciones son un desafío al Estado de Derecho. Un ejemplo es el asalto y el robo en la caseta de cobro de Huitzo. Me pregunto como muchos ciudadanos: ¿cuáles son los móviles que detienen al gobierno para no proceder legalmente? ¿Cuál es el miedo a aplicar la ley? Los fantasmas del 2006 y del 19 de junio de 2016 en Nochixtlán, con el ardid de la represión, nos han convertido a los oaxaqueños en una sociedad esclavizada y crecida al castigo, ante funcionarios timoratos, omisos y pusilánimes y grupos cebados en el chantaje. No más de treinta supuestos supervisores escolares encabezados por el septuagenario ex dirigente del Cártel 22, Erangelio Mendoza, nos han mantenido desde hace dos semanas, con el pie en el cuello. Exigen 40 camionetas para pasearse y blindar sus borracheras, entre otras bondades. Quieren el confort en plena etapa de austeridad, mientras esta sociedad agraviada paga los platos rotos. (JPA)