El comentario de hoy, martes 25 de septiembre 2018
El miércoles 19 de septiembre, el presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador estuvo en el Istmo y anunció una millonaria inversión para programas sociales, incluyendo proyectos de infraestructura carretera y la vía férrea de Salina Cruz a Coatzacoalcos. Se trata de un viejo anhelo de los oaxaqueños, que se concretó en los tiempos del General Porfirio Díaz. Obviamente, también se habló de las súper carreteras a la Costa y al Istmo, proyectos fallidos que aparecen de vez en cuando en los discursos oficiales.
Se anunciaron más de 10 mil millones de pesos para apoyar a los damnificados de los sismos del año pasado y la reconstrucción, además de otra suma para vías carreteras en las comunidades más pobres de la entidad. Pese a los buenos propósitos –el mundo está lleno de ellos- esperamos que dichas promesas se hagan realidad. Los oaxaqueños estamos hartos de ofrecimientos incumplidos y demagogia institucional. Del proyecto Salina Cruz-Coatzacoalcos, ya hemos comentado en este mismo espacio radiofónico. Ha tenido al menos cinco nombres diferentes y jamás se ha hecho realidad.
Sin embargo, todos esos buenos propósitos, proyectos y promesas no toman en cuenta algo importante: las carreteras que comunican al Istmo con Oaxaca, Veracruz o Chiapas, están permanentemente bloqueadas. Grupos, organizaciones, maestros, comuneros, por uno o mil pretextos, toman el Puente de Fierro de Tehuantepec, el Canal 33, la caseta de cobro de Ixtepec, la carretera costera, la transístmica o a la altura de Jalapa del Marqués, promovida por la misma autoridad municipal. Todo proyecto pues se estampa con un serio asunto de gobernabilidad y de chantaje.
La súper carretera al Istmo en breve cumplirá 18 años de haberse iniciado. Y no se termina. Mientras en el país en esta administración se entregaron decenas y decenas de autopistas modernas, las nuestras siguen en espera. La súper carretera a la Costa lleva la misma historia a diez años de haber arrancado. Y ahí vamos, a la zaga del progreso carretero del país. Esto es, seguimos siendo los patitos feos de la Federación. ¿Será por nuestro carácter problemático o porque aquí está muy bien desarrollada la industria del chantaje? Es posible.
Perdón por mi escepticismo. Pese a ello, espero que el presidente que entrará en funciones el primero de diciembre, cumpla con su palabra y con la promesa de una gran inversión para Oaxaca. Ya no basta reclamar el pago del adeudo histórico que la Federación tiene con nosotros. Simplemente que se nos otorgue lo que en justicia nos corresponde, en el marco del Pacto Federal. (JPA)