Opinión 

El comentario de hoy, martes 25 de abril 2023

Desde el inicio de su gestión, el gobierno llamado de la Cuarta Transformación puso en la mira a los órganos autónomos. Uno de ellos, es el Instituto Nacional de Acceso a la Información, Transparencia y Protección de Datos Personales –el INAI-. En los últimos días, dicha institución ha sido objeto de descalificaciones y maquinaciones oscuras para desmantelarlo y desaparecerlo. En tono peyorativo se ha dicho que sólo ha servido como tapadera de las corruptelas del pasado y que sus comisionados “no sirven para nada”.

Para nuestro estado, aunque muchos no lo perciban así, es un doble golpe. Y es que aquí nació en 2001, con el “Grupo Oaxaca”, la semilla de lo que más tarde sería la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental. Y todo el entramado legal para hacer realidad el derecho a la información. En 2003 vendría la fundación del IFAI –hoy INAI- y en cascada, del resto de órganos garantes de acceso a la información y rendición de cuentas en los estados.

El argumento principal para la exitosa operación del citado “Grupo Oaxaca”, fue que no puede haber democracia en donde prevalece la opacidad y la discrecionalidad en el ejercicio de gobierno. El cabildeo de académicos, periodistas, editores y miembros de la sociedad civil fue intenso. No fue una gratuita concesión del gobierno, mucho menos un logro de los partidos políticos, sino una conquista ciudadana y de la sociedad civil, para hacer realidad el derecho ciudadano a saber.

El abanico de temas que pueden ser consultados a través de solicitudes, es muy amplio. Sólo se puede mantener en reserva aquello que tenga que ver con la seguridad nacional o rubros de justicia. Sin embargo, la actual administración federal se ha cerrado a rendir cuentas. He ahí la proclividad en cerrar los archivos de adquisiciones u otros temas, por cinco años o más. Es evidente: no existe voluntad política para abrirse al escrutinio ciudadano, pese a la sobada política del combate a la corrupción.

La creación del INAI, de los órganos garantes estatales y de la promulgación de la Ley Federal de Acceso a la Información en 2002, no es para nada un artificio. Es uno de los contrapesos más honrosos ante el autoritarismo y la discrecionalidad. Sólo así puede entenderse la campaña de desprestigio desde la tribuna mañanera. Porque las reglas de operación del órgano garante son el arma del ciudadano de a pie, quien sea, para enterarse de cómo se gastan los recursos y sus impuestos. Desaparecer el INAI o concentrarlo en áreas que nada tienen que ver con su objetivo es un atentado a la democracia y a una legítima demanda del pueblo, para exigirle al gobierno rendir cuentas y poner en un escaparate sus operaciones. Pero, con esa visión torpe, la cacareada cruzada anticorrupción será sólo una utopía. (JPA)

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