Opinión 

El comentario de hoy, martes 1º de noviembre 2022

Cebados en el chantaje, el amago y la extorsión, algunos dirigentes de organizaciones sociales ya enseñan el cobre para medir fuerzas con el gobierno que entrará en funciones. Hace al menos un mes, tres o cuatro organizaciones lanzaron amenazas de impedir la toma de posesión del nuevo régimen. Y otras, incluyendo al magisterio, siguen en plan de abierto desafío. Quieren, como se dice, medirle el agua a los camotes.

Ciertos operadores del gobernador electo, Salomón Jara, han advertido que ni marchas ni bloqueos los intimidarán, menos que algunos pájaros de cuenta quieran espantar con el petate del muerto. Se admite que las protestas en una entidad tan compleja no acabarán. Pero también es cierto, que en los tres períodos previos, incluyendo éste, nadie les ha puesto un alto. He ahí el porqué de su empecinamiento en doblegar al gobierno.

En lo personal, asumo que será un serio desafío el manejo que el gobierno entrante le dará a esta epidemia de organizaciones, grupos de presión y membretes. No es tarea fácil quitarle el chupón de los recursos públicos a dirigentes que han nacido y crecido con el mismo. Y viven como virreyes. Pero de una cosa estoy cierto: aunque doloroso por los latigazos que golpearán a la ciudadanía, la administración entrante debe acabar con esa complicidad perniciosa.

Incluso, hay quienes en su afán de lograr prebendas y dádivas sueñan con revivir la tristemente célebre Asamblea Popular del Pueblo de Oaxaca –la APPO-. Y ya maquinan y elucubran con las barricadas, las bazukas hechizas y las bombas Molotov. Pretenden tomar como rehén, de nueva cuenta, al pueblo inerme. Poner contra la pared al gobierno y asumirse víctimas. Devenir de carniceros en reses. Esa película que ya hemos visto.

Y en los últimos días ha aflorado la violencia en contra de los empleados del gobierno estatal. Hace un mes fue CODECI y su franquictario Juan Torres Pereda, que mantuvo privados de la libertad a trabajadores de la Secretaría de Finanzas. La semana pasada fue un membrete denominado Coordinadora de Pueblos Ikoots de Oaxaca, que arremetió a golpes contra empleados de Ciudad Judicial.

Se sabe que el gobernador electo ha abierto la puerta a las diversas expresiones políticas, no sólo a los adversarios de su propio partido. Ha buscado la conciliación en las comunidades triquis. Pero también debe tener claro que en la Realpolitik, el diálogo es sólo un elemento de las reglas del entendimiento entre gobernante y gobernados. Cuando éste se agota no hay más alternativa que el ejercicio simple y llano de la ley, para salvaguardar el Estado de Derecho.

Si bien es cierto que debe prevalecer la mesura, la tolerancia y la sensatez, que ello no sea sinónimo de debilidad. Hay una ética de la responsabilidad como dijera Max Weber, fundador de la República de Weimar, en la que no se puede sacrificar a las mayorías por caprichos o ambiciones de unos cuantos. (JPA)

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