El comentario de hoy, martes 1º. de mayo de 2018
Acaba de pasar la celebración del Día del Niño. Un festejo tradicional que se lleva a cabo desde hace mucho tiempo. Festivales, regalos, entradas al teatro o al cine. Cada centro escolar hace lo propio. Convivios, bailes, etc. Eso es, en apariencia lo normal para el 30 de abril, día dedicado a los niños y las niñas.
El 20 de noviembre de 1989, durante la Convención sobre los Derechos del Niño, en el marco de la Organización de las Naciones Unidad para la Infancia y la Familia (UCICEF), fue aprobado el tratado internacional. México lo suscribió como Estado miembro. En nuestro país los derechos de los niños están bajo la protección de nuestro sistema jurídico y constitucional.
La niñez forma parte sustancial de los discursos políticos. Pero a menudo se vulnera su derecho a la educación; se permite el maltrato infantil y la explotación. Incluso no hay penas severas para la pederastia o la pornografía infantil. Hay razón pues se trata de la parte más vulnerable de la sociedad.
Hace algunos meses abordamos el tema. ¿Qué hacen las autoridades estatales y municipales, por ejemplo, para investigar las redes de explotación de niños y niñas que hacen malabarismo y ponen en peligro su vida para obtener la moneda, en la Colonia Reforma, Avenida Universidad u otras zonas? Pese a las denuncias, ahí siguen.
Observadores afirman que son menores de edad que serían explotados por sus padres, en su mayoría miembros de grupos étnicos de Chiapas. Tzeltales o tzotziles. Los hay también que caminan por las calles con sus cajones de chicles, dulces o cigarros. Esa fuerza de trabajo infantil ¿asiste a la escuela?, ¿dónde vive y en qué condiciones? En algunos casos se trata de verdaderas niñas, cargando bebés.
Desconozco qué opinan al respecto las comisiones de derechos humanos tanto oficiales como no gubernamentales que aquí abundan. Y es que salvo organismos civiles que bogan contra corriente para proteger a niños y niñas, poco se sabe de mecanismos institucionales que caminen en ese sentido, sobre todo, salvaguardar su derecho a la vida, a la educación y a la salud, entre otros.
Cada año, en las fechas en que se celebra el aniversario de la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, hay arengas, recordatorios y buenas intenciones. Pero no pasa de ahí. La realidad de la explotación infantil, del maltrato e incluso de los abusos en contra del sector más vulnerable de la sociedad siguen. Y quienes vulneran la ley al respecto, están convencidos de que podrán seguir haciéndolo con absoluta impunidad. (JPA)