El comentario de hoy, martes 18 de septiembre 2018
Los vicios tan arraigados en el magisterio hicieron naufragar en ciertos estados del país, la Reforma Educativa, prácticamente desde su puesta en marcha, en 2013. De inmediato iniciaron las protestas en la Ciudad de México. Cierre de calles y avenidas y amenaza de bloqueo al Aeropuerto. Aquella entelequia que había sido la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación –la CNTE- revivió gracias a los pésimos oficios de quien era, en ese entonces, Subsecretario de Gobierno, en la Secretaría de Gobernación, Luis Enrique Miranda.
En Oaxaca, el Cártel 22 se cebó sobre la ciudadanía con movilizaciones, bloqueos y un cerco al edificio del Congreso local para evitar que los y las legisladoras aprobaran la Ley Estatal de Educación, la cual debía armonizarse con la Ley Federal. El argumento para rechazar la Reforma Educativa era la situación de pobreza que vive la entidad. Exigían lo que se llamó la “tropicalización” de la Reforma, como fuera a crearse una particular para cada entidad.
Cuando estaba a punto de cerrarse el período para la aprobación de la ley, ésta fue aprobada por la Sexagésima Segunda Legislatura, de madrugada y a hurtadillas. El acoso de los grupos radicales del Cártel 22 era patológico. Su soterrada oposición a la evaluación, a la centralización del pago de nómina, a la mejora de la calidad de la educación y a mantener al maestro frente al grupo y no en la protesta callejera, era para ellos el peor de los agravios. La idea ha sido mantener los vicios; la venta y herencia de plazas; el pase automático; la movilización como referente para mejorar salario y nivel de los maestros. Es decir, valorar lo peor.
Más aún, se salieron por la tangente con el argumento de que tenían un medio alternativo a la Reforma Educativa: el Plan para la Transformación de la Educación en Oaxaca –el PTEO- que, a juicio de expertos era un plan más para adoctrinar que para enseñar y formar. Esa oposición a la evaluación vuelve a tomar cuerpo en el punto de acuerdo que se aprobó la semana pasada en la Cámara de Diputados. Los promotores, obviamente, miembros del Cártel 22. Un par de oportunistas que de inmediato exhibieron su ignorancia: Irán Santiago Manuel y Azael Santiago Chepi.
Con las desgastadas consignas de los años 70 festinaron en el recinto legislativo su triunfo, ignorando que un punto de acuerdo es sólo eso, no una reforma constitucional. Y en ese mar de contradicciones, pago de favores de campaña, complicidades, discursos fuera de la realidad, se encamina MORENA y personeros a decretar muerte súbita a uno de los anhelos del pueblo mexicano: mejorar la calidad de la educación que imparte el Estado; su rechazo a los vicios y al falso radicalismo de la CNTE. (JPA)