El comentario de hoy, martes 18 de mayo 2021
En 1920, posterior al inicio de Revolución Rusa de 1917, Vladimir I. Lenin escribió una de sus mejores obras: “La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo”. Su tesis principal se refiere a aquellos que, sin experiencia revolucionaria, sin teoría y convicción, arremetían de manera temeraria en contra de sus adversarios, adoptando posturas radicales. Desde entonces, a aquellos que en cualquier movimiento destruyen, vandalizan, roban, desafían al Ejército, policía o al Estado, sin estrategia, sin principios y sin ideología, se les llama “enfermos”. Contrarios a la teoría revolucionaria que propuso el mismo Lenin en su obra: “¿Qué hacer?”.
Durante el movimiento de 2006, los “enfermos” hicieron de las suyas, en la agresión con cohetones, petardos, barricadas, toma de estaciones de radio y televisión, entre otras. Por eso, dicho movimiento nunca permeó a nivel nacional. Uno de los impulsores del citado movimiento, fue la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE), un grupo radical al interior del magisterio, cuyos miembros asumen la revolución de una forma irrisoria: son revolucionarios, pero con la quincena segura. Cuestionan al Estado, pero viven del mismo, o negociando detrás de la puerta o pidiendo canonjías y privilegios.
Algunos de sus miembros abrevaron en las Normales Rurales, como un servidor. Y se nutrieron de las lavadas de cerebro de los clubes de orientación política e ideológica -los COPIS-. Sin embargo, se quedaron anclados en la prehistoria de los movimientos sociales y hoy enarbolan teorías rebasadas en el mundo global. Es decir, la película terminó hace mucho tiempo, pero los enajenados siguen en la sala. En esas escuelas se formaron buenos y grandes maestros. Jóvenes idealistas y rebeldes. Nada que ver con los normalistas de hoy que, lamentablemente, han devenido mercenarios que sirven a facciones, partidos y hasta grupos criminales. Con el anuncio del cambio de dirigencia en la Sección 22, los septuagenarios cabecillas de la UTE vuelven aparecer. Ligados a un partido político buscan y se desgreñan para meter a Oaxaca en una dinámica similar al 2006. Ya vimos su ensayo con los pseudo normalistas. Ante la calma relativa que se ha vivido en materia educativa, pretenden desestabilizar; reventar cualquier intento de relevo generacional, sirviendo a intereses oscuros y con financiamientos sospechosos. “Su lucha” -así entrecomillada- no es fortuita: buscan posiciones, recursos, medirle el agua a los camotes en tiempos electorales y posicionarse en la elección de gobernador en 2022. Así las cosas. (JPA)