El comentario de hoy, martes 16 de julio 2019

Oaxaca está de fiesta. Visitantes del país y el extranjero llenan nuestras calles. Llegaron a conocer las tradiciones y el folklore; las bellezas naturales, las zonas arqueológicas, la arquitectura novohispana, la gastronomía y las artesanías, entre otros, que le han dado renombre a nuestro estado en México y el mundo. Calendas, convites y desfiles de delegaciones, nutren con su colorido y ritmo, ésta muestra de nuestra cultura milenaria.
Con una pobreza galopante, con grandes rezagos y abandono histórico del gobierno Federal, Oaxaca ha sido socorrido por la Providencia. Aquí se ha forjado desde siglos atrás, una parte de la grandeza del país. Poco puede entenderse la historia de México sin las grandes aportaciones de las culturas zapoteca y mixteca; sin la figura de Oaxaca en el entorno colonial o sin la participación de Benito Juárez, Porfirio Díaz, los hermanos Flores Magón o José Vasconcelos, en diversos momentos de la historia patria.
Somos un referente en cuestiones indígenas. Tenemos 16 etnias, incluyendo algunas que poco a poco se extinguen. Pero las variantes lingüísticas son muchas más y variadas. Cada etnia tiene su propia cosmovisión, sus usos y costumbres, sus tradiciones. Oaxaqueños valiosos y talentos han emergido de las raíces indígenas. Un ejemplo: hay comunidades de la Sierra que crearon sus propias redes de telecomunicación. Desafiaron a los monopolios trasnacionales.
La música es un ingrediente fundamental en la identidad de nuestros pueblos originarios. Mujeres y hombres, en su mayoría niños y jóvenes, se han forjado no sólo en las escuelas filarmónicas de algunas comunidades, sino también en ese semillero de artistas que es el Centro de Capacitación Musical de Santa María Tlahuiltoltepec, Mixe, el CECAM. Mixes, zapotecas y otras etnias, llevan la música en la sangre.
Por ello, el mes de julio, conocido como el mes de La Guelaguetza, se dan las más diversas expresiones de nuestra riqueza pluricultural y multiétnica. También mestiza, por supuesto, traducida en bailes, danzas, ferias, convites y calendas. Oaxaca tiene un gran imán que atrae por igual a jóvenes que adultos, extranjeros que mexicanos. Y nos hemos referido sólo a la capital, en donde se viven las fiestas de julio. Pero hay todo un universo de bellezas naturales, riqueza en biodiversidad, ecosistemas, flora, fauna, recursos minerales, forestales, eólicos, pesqueros, etc., que nos hace un estado singular y único en el concierto mexicano y mundial. Con sus grandes contrates; con sus carencias y rezago, somos únicos y excepcionales. (JPA)
