Opinión 

El comentario de hoy, martes 15 de marzo 2022

El clima de inseguridad que existe en el país y el asesinato de al menos siete periodistas en lo que va del año, han encendido las alertas en todo el mundo. No es un asunto menor. El congresista norteamericano, Ted Cruz, puso el tema en la agenda política de los Estados Unidos. Primero fue el embajador, Ken Salazar, el que deploró la muerte del compañero Heber López. Luego vendría la nota preocupante del Secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken y después, reafirmando, Jen Psaki, vocera del presidente Biden.

Pero los señalamientos respecto al peligro que representa ejercer el periodismo en México, han provenido de muchas partes. Organizaciones no gubernamentales como la Sociedad Interamericana de Prensa –la SIP-; la Organización Mundial de Periódicos –conocida como WAN- y otros organismos como “Reporteros sin Fronteras” o “Artículo 19”, entre otros, han advertido de la campaña permanente de linchamiento en contra de medios y periodistas, desde la misma presidencia del país.

La semana pasada, el Parlamento Europeo, una institución que representa directamente a los ciudadanos de la Unión Europea y hace que ésta siga como “democracia representativa”, tal y como establecen los tratados, advirtió que desde el inicio del gobierno del presidente López Obrador, se ha mantenido una actitud extremadamente hostil contra los periodistas. Y va más allá. Esta profesión –dice- atraviesa por un momento de oscuridad y decadencia. Consideró a México como el país más peligroso en el mundo para ejercer el periodismo

La respuesta del gobierno mexicano, calificada como visceral, tendenciosa, motivo de la ignorancia y de la diplomacia de basura que se practica hoy en país, se inscribe en uno de los capítulos más oscuros y vergonzosos de que se tenga memoria. Calificó a los legisladores europeos de borregos, “que se suman a una estrategia reaccionaria y golpista del grupo corrupto que se opone a la Cuarta Transformación”. Los acusa de cómplices de los gobiernos neoliberales y de alentar el envío de armas al conflicto bélico actual. Jamás un gobierno mexicano estuvo a los ojos del mundo, poniendo en entredicho no sólo la buena vecindad sino el ejemplo de respeto, dignidad, decoro y pulcritud diplomática, en su relación con otras naciones del orbe. Los fantasmas golpistas, el ominoso silencio de la Secretaría de Relaciones Exteriores y el ninguneo a los principios de la política exterior mexicana, que nos legaron Matías Romero, Ignacio Mariscal, Isidro Fabela, Genaro Estrada o Luis Padilla Nervo, entre otros, más tarde que temprano mostrarán sus efectos nocivos y brutales hacia México. Al tiempo. (JPA)

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