Opinión 

El comentario de hoy, martes 14 de junio 2022

La semana anterior, el Zócalo de la capital volvió a perder uno de sus ejemplares más emblemáticos: un laurel de la India se vino abajo, con los vientos y lluvias de los últimos días. Otro de sus vecinos quedó seriamente afectado y tuvo que ser derribado. Al paso que vamos, muy pronto el corazón de la capital oaxaqueña estará convertido en un desierto, deforestado y sin especies que aporten sombra y frescura.

Es decir, los citadinos perdimos un viejo ejemplar, testigo, seguramente, de más de un siglo de historia. Más reconocido, pues debajo de su sombra se llevaba a cabo el programa musical de los domingos, bautizado justamente como “Debajo el laurel”. Conciertos de bandas de música regionales, concursos de baile de danzón y otras actividades sociales, nacieron y crecieron bajo su follaje.

Es triste reconocerlo, pero en el gobierno municipal no existe un plan o proyecto para la protección del arbolado urbano. Desde hace tiempo se dijo que hay decenas de especies que han sido dañadas por plagas. En redes sociales, algunos ciudadanos han subido fotografías que exhiben la vulnerabilidad de higos, laureles y otras especies afectadas por la edad o por hongos, luego del abandono a que han estado sometidas durante años.

En la temporada de lluvias de hace un año, un gigantesco higo se vino abajo en la Calzada de la República. Hace al menos un mes, un viejo ejemplar –dicen que histórico- cayó en el Parque Juárez, El Llano. Centenas de viejas palmeras fueron derribadas en algunos boulevares y avenidas. Hoy sólo yacen troncos inertes y muchas especies más que siguen en pie, secas e inertes, pero son un peligro para automovilistas y transeúntes.

Pinos y jacarandas han corrido igual suerte, sin que se haya levantado una mano para salvarlas de las plagas y las enfermedades. ¿Hay alguien en el Cabildo Municipal que haya hecho una propuesta para reforestar los camellones y devolverle a la capital algo del verdor que ha perdido por abulia de los gobiernos locales? Que se sepa nadie. Es evidente que a concejales y funcionarios no les interesa. Pero eso sí, en sentido contrario al deterioro de nuestras especies y a la pérdida de viejos árboles, tal parece que gana terreno lo negativo. Un Zócalo deforestado muestra en todo su esplendor el estercolero en que se ha convertido el Centro Histórico, con pasillos y andadores copados de comerciantes que dan un espectáculo deprimente. De nueva cuenta ante la complicidad o apatía de las autoridades locales. Es la cara que presentará la ciudad, cuando en poco más de un mes se celebre con bombo y platillo, Julio el Mes de la Guelaguetza. (JPA)

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