El comentario de hoy, martes 13 de junio 2023
Desde el nacimiento del llamado Movimiento Democrático de los Trabajadores de la Educación, hace 43 años, pero, sobre todo después del movimiento político y social del 2006, surgió en el magisterio el Síndrome de la victimización perpetua. Cualquier acción de Estado que pretenda acotar sus excesos, atropellos y violación del derecho de terceros, es señalado como “represión”. Por ello cuentan con un abultado martirologio, un catálogo de sus supuestos mártires a los que les han dedicado fechas en el calendario.
Amén de paros locos, suspensiones y demás, el magisterio afiliado a la Sección 22 no sólo marcha el 15 de mayo, dedicado al maestro, para recordarle a la sociedad que su lugar es la calle no el aula. Ya es tradición que ésta concluya con un plantón en el Centro Histórico. En el mero corazón de la “ciudad de la Resistencia”, así calificada por alguno de sus despistados ideólogos, desde el 14 de junio de 2006, cuando fueron desalojados. Una fecha más para suspender labores y recordar con marchas, consignas y arengas al Carnicero de Antequera, que se atrevió a desafiar su poder fáctico.
No bien han retornado a sus comunidades, de nueva cuenta son convocados para recordar a los mártires de la represión, según sus dirigentes, que sucumbieron en Nochixtlán. Los hechos ocurrieron el 19 de junio de 2016, a unos meses de que el ex gobernador Gabino Cué entregara la estafeta del gobierno estatal. Ahí se formó el llamado Comité de Víctimas –COVIC- que se ha convertido en un mecanismo de chantaje permanente. Un ariete para exigir justicia y negociar debajo de la mesa. Un instrumento que lucra con la memoria de los muertos; un acicate político para extorsionar.
Faltaba más. Algún grupo de despistados hace mítines o bloquea el crucero de Cinco Señores el 2 de noviembre. En 2006, mientras el pueblo acudía al Panteón General de San Miguel para recordar a sus difuntos, remanentes del radicalismo magisterial y orates que militaban en la Asamblea Popular del Pueblo de Oaxaca –la APPO- lanzaban petardos, provocando el terror entre la gente. Intervinieron las Fuerzas Federales de Apoyo y replegaron a los que asumían estar haciendo la revolución. Como si fuera una efeméride histórica fue calificada como “la batalla de Todos Santos”. Una fecha más en el calendario del martirologio es el 25 de noviembre. Después de meses en que la sociedad civil de la capital oaxaqueña vivió en un estado de excepción, con violencia, barricadas y el final incendio de casas particulares y el edificio del Tribunal Superior de Justicia, la Federación restituyó parcialmente el orden constitucional. La cosa no terminó aquí. Vendrían nuevos episodios y nuevos mártires de quienes, con facilidad inaudita, devienen de carniceros en indefensas reses, con la sobada consigna de que el responsable fue el Estado. (JPA)