Opinión 

El comentario de hoy, martes 13 de febrero 2024

Nuestra antes reconocida a nivel nacional Alma Mater, la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca, arrastra desde hace más de medio siglo, tres lastres: los sindicatos, los cacicazgos y el porrismo. Administraciones van y vienen, sin que la institución pueda reencontrar la hebra de su espíritu académico. Con absoluto desparpajo, los caciques admiten meter las manos a placer en direcciones y facultades; en sindicatos, movilizaciones y hasta en la violencia que se desata por mantener los cotos de poder.

La semana pasada, los capitalinos fuimos víctimas una vez más, de los atropellos y bloqueos del Sindicato de Trabajadores y Empleados -el STEUABJO-. Cada inicio de año el fenómeno se repite. Exigencias salariales y más y más dádivas, prebendas y privilegios. Paros locos, amenaza de huelga, toma de rectoría. Se trata de uno de los seis sindicatos que medran del presupuesto universitario, sin que sus exigencias vayan en proporción al cumplimiento de las tareas que por ley les corresponden.

Rectores van y vienen y, durante su gestión, están acotados por este nudo de intereses. Buscan racionalidad para el presupuesto, tocan puertas con diputados y diputadas, sin embargo, cualquier incremento sólo sirve para paliar las exigencias sindicales. Y es que se resuelven las demandas del STEUABJO, pero detrás vienen en fila india, el STAUO, SUMA, SECUABJO y SUA. Cada uno tiene sus piezas incrustadas en la administración universitaria y en escuelas y facultades. Como en los gobiernos emanados de una coalición: las obligadas cuotas y los infalibles cuates.

Como muchos oaxaqueños que queremos a nuestra Máxima Casa de Estudios, urge ya una refundación de la misma, devolverle su misión, restituirle el prestigio académico, de docencia e investigación. Si en verdad se quiere hacer realidad la cacareada autonomía debe desvincularse de partidos políticos; no usar a los alumnos como matraqueros, en activismo, proselitismo o mítines. Eso es faltar a toda ética y principios.

Por su misma naturaleza y sin faltar a la libertad de ideología, pertenencia política o militancia de cada universitario, garantizada por nuestra Carta Magna, la institución no debe perder la brújula de su espíritu formativo y académico. Ya es tiempo de ir jubilando o despidiendo con cajas destempladas a esas viejas rémoras perniciosas que siguen moviendo los hilos y provocando daño a una institución de la que han abrevado miles de profesionistas oaxaqueños. Esos cacicazgos, detrás de los cuales se han incubado los peores vicios que siguen minando a nuestra Alma Mater. (JPA)

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