Opinión 

El comentario de hoy, martes 1 de diciembre 2020

Este primero de diciembre inicia formalmente el tercer año del gobierno de la llamada Cuarta Transformación. Justo antes, se difundió la “Guía Ética para la transformación de México”, un cuadernillo que contiene 20 puntos sobre los que se dice, puede caminar el país y sus habitantes, para ser en realidad una nación de ciudadanos felices, que vivan en armonía. Todo ello con base en la libertad, el perdón, el sufrimiento y el placer, entre otras virtudes morales. Casi como aquella isla imaginaria que inventó Sir Thomas More, llamada “Utopía”.

Sin hacer juicios apresurados ni descalificar, el documento requiere un análisis minucioso desde el punto de vista político, filosófico, religioso y hasta escatológico, esa parte de la teología que estudia el fin último de los humanos y del universo. Todo atiende a los principios morales, a la teoría del comportamiento y de la pulcritud. Y pretende un retorno a los valores perdidos como el respeto a la ley, a la autoridad y al orden.

Llama la atención el primer punto que se define como: “Del respeto a la diferencia”, que se justifica con un corolario: “Evitemos imponer nuestro mundo al mundo de los demás”. Se habla de la diversidad del país en religión, ideología, economía, sociedad, cultura y lingüística, pero sobre todo de las diferencias religiosas y la manera de interpretar nuestro propio entorno. Sus autores omitieron algo muy importante: la libertad de expresión y de disentir, que es un componente de toda sociedad democrática.

Había espacio aquí, seguramente, para advertir que la intolerancia conduce a la confrontación y ésta a la violencia. Que el derecho a pensar diferente no implica un reto al poder establecido, sino el uso del clima de libertades que nos otorga nuestra Constitución. Cuestionar a diario lo que opinan o dicen expertos, periodistas, medios de comunicación y tildarlos de neoliberales, corruptos y otros calificativos, contradice el espíritu de esta Guía Ética, pues deviene una forma ruin de intolerancia y cerrazón. Ni los feminicidios se habrán de paliar con el sufrimiento y el perdón ni, mucho menos, los miles de ejecuciones del crimen organizado habrán de tener un remedio con la política del amor al prójimo, como la esencia del humanismo. Una primera lectura del documento a que nos referimos podrá develar muchas inconsistencias, cuando vemos la triste realidad que vive el país, con más de 105 mil muertos por la pandemia, miles y miles de damnificados por las tormentas en el Sureste y una falta de crecimiento económico que augura tiempos difíciles. Para ello se requieren estrategias eficaces no clases de moral. (JPA)

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