Opinión 

El comentario de hoy, jueves 8 de febrero 2024

El tema de la gentrificación de algunos barrios de la ciudad de Oaxaca, se ha convertido hoy en día en un asunto relevante de la agenda social. Ya ha desatado protestas de grupos no exentas del vandalismo y los clásicos abusos que, como ya es común, siempre quedan en la impunidad. Sin embargo, el asunto va más allá de los alaridos delirantes, consignas y manipulación políticas o querer resolver un tema grave, con gritos y sombrerazos.

Tampoco tiene que verse bajo el prisma de una capital, cual si fuera el Edén para que extranjeros vengan avecindarse pagando elevados precios por compra o renta y hacer de sus espacios o comercios, sitios cuasi exclusivos del turismo con mayor plusvalía, en el que los propios nos sintamos extraños. No. Debe verse en el contexto de una capital que, durante las últimas décadas, ha crecido de manera anárquica y sin plan alguno y de la falta de políticas públicas de parte del gobierno local y estatal, para evitar que la mancha urbana siga creciendo sin control.

No somos ni la excepción ni un ente aislado de ser una capital que ha recibido la migración del campo a la zona urbana, nutriendo los cinturones de miseria. Empero, desde hace años, expertos en urbanismo y profesiones afines, han advertido sobre la necesidad de elaborar un Plan de Desarrollo Urbano. Es más, esas exigencias se remontan a más de 20 años. Se sabe de la existencia de proyectos y modelos, pero no han sido aplicados. Los gobiernos de la ciudad se han dedicado a todo, menos a planear a mediano o largo plazo.

Nada ha cambiado de manera sustancial, solamente se han administrado los problemas. He ahí la persistencia de temas como la inseguridad, la falta de servicios, la misma gentrificación y el suministro de agua potable entre otros. La lógica usada es: ganar elecciones, sentarse y dejar hacer y dejar pasar, para que concejales y funcionarios se llenen las alforjas de manera cínica y con absoluta impunidad. Por ello, todos y todas quieren repetir, pues ya les supo el negocio.

¿Qué podemos esperar de soluciones a problemas como los ya señalados y otros, como la contaminación, el transporte urbano, el crecimiento de giros negros, los atentados en contra del patrimonio histórico y tantos y tantos desafíos que se presentan hoy en día? Nadie planea, mira hacia el futuro y busca alternativas o soluciones para las generaciones que vienen detrás. Es la inmediatez y lo que hemos calificado como un pragmatismo ramplón lo que prevalece.

Y es que, entre la ciudadanía, que es quien en última instancia define el rumbo político de nuestro país, estado o capital con su voto, prevalece una inercia que bien se puede traducir en ceguera. Hay que seguirse quejando, bloqueando calles y avenidas y demás mecanismos de chantaje. Total, que la Divina Providencia resuelva los grandes desafíos sociales. (JPA)

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