El comentario de hoy, jueves 7 de julio 2022
La tragedia de los 53 migrantes que murieron en una carretera solitaria cercana a San Antonio, Texas, entre ellos oaxaqueños, abandonados de manera criminal para morir de asfixia y deshidratación, estará sólo un tiempo en la memoria colectiva, salvo en la de sus familias. Entre los mexicanos hemos perdido ya la capacidad de asombro. La inseguridad en el país, nos lleva a diario por los caminos sinuosos de la muerte y la impunidad.
¿Cuántos migrantes mexicanos o indocumentados centroamericanos, han muerto en las zonas desérticas limítrofes con Estados Unidos, de insolación, hambre, sed o hipotermia, abandonados por los polleros? ¿Cuántos más secuestrados y asesinados por grupos criminales, como aquellos cuyos cadáveres fueron encontrados hace años en San Fernando, Tamaulipas, amontonados como cascajo?
Si en el país hoy en día no existe una estrategia de seguridad, menos existe una política migratoria. El tráfico humano es un boyante negocio que se da, con la presunta connivencia de las autoridades. Hace días una lancha rápida fue interceptada en aguas territoriales oaxaqueñas, por la Marina/Armada de México, cargada de indocumentados. Apenas la semana pasada, en Ixhuatán, fueron encontrados los cadáveres de tres presuntos migrantes, que naufragaron. Las autoridades federales y estatales, tengo a certeza, conocen las rutas seguidas por los polleros, por mar o por tierra. Pero se hacen de la vista gorda, como los jefes policiales.
La inseguridad, en efecto, sigue socavando las entrañas de nuestra Patria. Y en ello, así como los migrantes, también las filas del periodismo se siguen diezmando. El miércoles 29 de junio, fue asesinado el compañero, Antonio de la Cruz, reportero del diario Expreso, cuando salía de su domicilio en Ciudad Victoria, Tamaulipas. En el ataque, también resultó herida su hija, que poco después falleció. Con éste suman doce periodistas que ha sido asesinados en lo que va del año.
Es un hecho pues, que México es hoy en día, el único país en el mundo que, sin librar un conflicto armado, se ha perfilado como el más peligroso y letal para el periodismo. Según la Sociedad Interamericana de Prensa –la SIP- el gobierno de México ha ignorado los llamados, para hacer justicia a los colegas asesinados y evitar las diatribas diarias en contra de los medios de comunicación y periodistas, alentando el encono y el odio, desde el púlpito mañanero. El caso de Antonio de la Cruz se une a los de otros y otras colegas que han caído este año, por las balas criminales. Se trata de: Yessenia Mollinedo Falconi y Sheila Johana García Olivera, en Cosoleacaque, Veracruz; Luis Enrique Ramírez, en Culiacán, Sinaloa; Lourdes Maldonado y Margarito Martínez, en Tijuana, Baja California; Heber López Cruz, en Salina Cruz, Oaxaca; Juan Carlos Muñiz, en Fresnillo, Zacatecas; Jorge Camero Zazueta, en Empalme, Sonora; Roberto Toledo y Armando Linares, en Zitácuaro, Michoacán y José Luis Gamboa, en el Puerto de Veracruz.(JPA)