Opinión 

El comentario de hoy, jueves 5 de diciembre 2019

Desde la administración pasada, la economía oaxaqueña ha estado colapsada. No obstante, las cuentas alegres oficiales, seguimos ubicados como uno de los estados de mayor pobreza en el país. En el índice de desarrollo humano vamos a la cola. En el rezago educativo no nos va mejor. Hay que admirar la capacidad de movilización del magisterio. Desde el 26 de agosto que inició el ciclo escolar 2019/2020, o son los maestros de secundarias, telesecundarias, educación física o los supervisores, pero no han cesado en sus movilizaciones, bloqueos y protestas. La pregunta es: ¿Y cuándo trabajan?

Uno de los ejes de la realidad oaxaqueña es, insistimos, la gobernabilidad. Lo dijimos la semana pasada: somos una sociedad permanentemente agraviada. Nuestra ominosa situación es estar secuestrados en nuestras propias calles y avenidas, con nuestras libertades conculcadas. Ora por unos; ora por otros. Hay días en que nos levantamos y nos acostamos con el ruido ensordecedor del claxon de los vehículos atorados en los bloqueos. Pero nadie llega en nuestro auxilio. En las altas esferas gubernamentales simplemente se encogen de hombros. En términos poco coloquiales: les vale gorro.

La pregunta que en lo personal me hago es: ¿cómo y por qué llegamos a esos niveles tan deplorables de vida cotidiana? Asumimos que el Estado tiene el deber constitucional de salvaguardar la vida y el patrimonio de los gobernados. Quien tiene las riendas del poder ejecutivo jura “respetar y hacer respetar la Constitución”. Y lo hace con solemnidad, tal cual hiciera juramento ante la Biblia. Pero no. Estamos en total indefensión. No menos de veinte personas, sean maestros, transportistas, o quien usted mande, cierran calles y ya, con absoluta impunidad.

En los discursos oficiales se habla de la promoción de inversiones, para apuntalar el desarrollo; para crear empleos y generar riqueza. La pregunta es si alguien medianamente cuerdo, invertirá sus millones en una entidad en donde existe un desprecio brutal por la ley y el Estado de Derecho. Alguien creó una frase demoledora, parafraseando a un conocido programa televisivo: “Bienvenidos a Oaxaca –dice- en donde la ley y el orden sólo se ven por televisión”.

A todo ello hay que agregar nuestros graves problemas de seguridad, no obstante, el sofocante argumento de que somos una de las diez entidades más seguras del país. Gobernabilidad y seguridad; certidumbre y Estado de Derecho, son términos complementarios que, tal parece, que en estos tiempos es lo que menos importa a quienes tienen el timón de mando. (JPA)

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