El comentario de hoy, jueves 30 de octubre 2025
Será por nuestra herencia de los pueblos originarios o los resabios del pasado colonial, lo cierto es que, en Oaxaca, seguimos arrastrando mitos. Hace algunos sexenios todo se calificaba bajo el prisma de que somos un estado con una gran composición indígena. De ahí tenemos un Jardín Etnobotánico. En algunos lugares había etno-cocina y ciertos antros lucían un letrero: “etno-bar”. Hoy se repiten algunos moldes de principios de los noventa del Siglo XX.
En transporte el Binni bus o el programa social para la atención de comunidades con alta marginación: cayapadu lii, entre otros. A varias calles y avenidas se les ha cambiado el nombre. Para quienes, desafortunadamente en mi caso, no somos hablantes de un lenguaje originario, desconocemos el origen y significado de la expresión. Se entiende: en nuestra entidad la historia se recompone cada seis años. Cada régimen le impone su propia identidad que será borrada por el que llega después.
Pero los mitos van más allá en sentido práctico. Desde hace más de dos décadas se viene arrastrando uno: que Oaxaca es de las entidades más seguras del país. El mismo mito se ha ido repitiendo sexenio tras sexenio hasta el día de hoy. Recientemente se anunció que estamos en quinto lugar. Sin embargo, datos duros revelan que, al menos en la comisión de homicidios dolosos, estamos en el lugar décimo tercero. Es decir, por arriba de la media nacional.
Hace una semana el edil de la capital, Raymundo Chagoya afirmó –desconozco en base a qué información, estadística o medición- que Oaxaca de Juárez es la tercera ciudad más segura de México. Datos oficiales no tardaron en enmendarle la plana al afirmar que, la percepción de inseguridad de la ciudadanía se ha incrementado, al grado de que rebasa el 70%. En el gobierno municipal pasado, 8 de cada 10 ciudadanos se sentía inseguro. Es decir, estamos casi en las mismas.
Sin embargo, hagamos un lado la idea de que la seguridad debe comprender también, la exigencia ciudadana a vivir en paz, como comentamos hace una semana. Las redes sociales difunden a diario las operaciones de pillos a bordo de motocicleta cometiendo asaltos. Se han dado ejecuciones y acciones criminales en la capital, agencias y colonias. A la ciudadanía ya no se le da fácilmente atole con el dedo.
Por fortuna, operativos como “Pescador”, han ido más allá de levantar “malillas”, alcohólicos y viciosos de la Central de Abasto, que luego avientan por las cabeceras municipales cercanas. Bien por la Fiscalía y otros organismos al tomar acciones en contra de la maña que se oculta para cobrar derecho de piso, extorsiones, venta de estupefacientes, la cadena infame de usureros y trata humana. Sin embargo, organismos de seguridad de los tres órdenes de gobierno tienen mucho por hacer para superar el mito de la entidad y la capital seguras. (JPA)


 
								 
								