El comentario de hoy… Jueves 3 de marzo de 2016
Sólo una mente obtusa podía cuestionar el esfuerzo de la actual administración municipal, para darle un poco de dignidad a nuestra capital. Se ha avanzado, sin duda alguna, en varios rubros: mejoramiento de la imagen urbana; la necesaria y urgente rehabilitación de los mercados; atención a colonias populares y el cumplimiento en la realización de obras diversas. Sin embargo, tal vez por la cantidad tan limitada de fuerza policial, la inseguridad sigue permeando en algunas zonas de la capital oaxaqueña y hasta en el mismo Centro Histórico.
Las denuncias sobre la presencia de ratas que merodean los mercados son muchas. Delincuentes de baja estofa y raterillos banqueteros, han tenido en la mira a personas mayores o de la tercera edad, para despojarlas de sus aretes, bolsos y celulares, con una habilidad que impresionaría al ladrón más hábil. Luego de sus fechorías corren a esconderse, precisamente, en ese nudo de complicidades que encuentran en los mercados.
Lo que roban, desde luego que lo venden en algún lugar, a un precio irrisorio. Y hay muchos que saben quiénes son los que compran “chueco”, como se dice vulgarmente, pero esos delincuentes también operan en la impunidad, amparados presuntamente por la protección que les brindan otros delincuentes de mayor categoría. Para acabar con las ratas que tienen su teatro de operaciones en los mercados del Centro o la zona del Mercado de Abasto, hay que romper con el círculo vicioso que representan el que roba y el que compra el producto del robo.
Hace tiempo, lo directivos de lo que hoy se conoce como Sistema de Agua Potable y Alcantarillado de Oaxaca (SAPAO), se quejaban del robo constante de las tapas de las alcantarillas metálicas. No obstante que éstas se convertían en trampas mortales, poco se hacía para remediar el problema. El modus operandi de los ladrones era simple: ataban la tapa metálica a defensa o eje de un carro, para arrastrarla. La dependencia optó por cambiar algunas de las tapas, ante la imposibilidad de seguir padeciendo el robo, pero las autoridades no actuaron para descubrir los sitios en donde las ratas vendían el producto de sus fechorías.
Cristaleros, paqueros, carteristas y asaltantes en la vía pública cometen sus fechorías sin que se observen acciones severas de la autoridad. Sin miramiento alguno se vuelcan –como ya hemos dicho- en contra de ancianos, discapacitados y turistas, sentando un pésimo precedente de impunidad. Hace cerca de cuatro años un joven estudiante fue sacrificado con arma blanca en las calles de Armenta y López. ¿El móvil? Robarle el celular. Hace cerca de un año, una jovencita, estudiante, en la flor de la vida, fue asesinada por el rumbo de “Cinco Señores”, por el mismo móvil. ¿Será que ante la pasividad de las autoridades llegará el tiempo en que se aplique la Ley del Talión o la justicia por propia mano? Es una pregunta.