Opinión 

El comentario de hoy, jueves 29 de febrero 2024

Sin fatalismo de ninguna especie, los oaxaqueños debemos estar atentos a una de las mayores crisis que hemos vivido en los últimos tiempos: la del agua potable. La misma no se puede explicar sin el agotamiento de los mantos freáticos, por el crecimiento inédito de la mancha urbana; de fraccionamientos y zonas habitacionales y el huachicoleo del vital líquido que surte a la capital y zona conurbada.

Pero no son los únicos factores. Nuestras presas y embalses están casi agotados; el infame desperdicio de agua en fugas subterráneas, debido al mal estado de la red de distribución y la poca importancia gubernamental a dicha crisis. A ello hay que añadir el gran negocio de propietarios y sindicatos que mueven los carros cisternas y la ausencia, desde hace mucho tiempo, de un proyecto viable a mediano y largo plazo que garantice el suministro a la población. Obvio, sin agua no hay vida.

Es cierto, la crisis se vive en el país con igual o mayor magnitud. Desde el gobierno de Heladio Ramírez, de 1986 a 1992, trascendieron algunos proyectos para traer agua de la Sierra o de alguna cuenca hidrológica de la Mixteca. Ninguno tuvo apoyo oficial. Con Ulises Ruiz, por ahí de 2007-2008, nació el proyecto de “Paso Ancho”. También fracasó. Gabino Cué le inyectó recursos al suministro del manantial de San Agustín Etla. La construcción del ducto tuvo uno y mil problemas.

El líquido que llegaba a la capital era, se supo entonces, no más del 20 por ciento. El 80 por ciento restante era ordeñado entre agencias, colonias y fraccionamientos en el trayecto. Además, obviamente, del chantaje de autoridades municipales y auxiliares. Hoy en día, los pozos existentes han llegado al límite. Recientemente se difundió un proyecto que, estamos seguros, tiene más de mediático que de funcional: ubicar ciertas áreas de la capital que funcionarán como esponjas para captar agua de lluvia.

Es evidente que no existe una cultura para el cuidado del líquido vital. Porque tampoco se ha creado consciencia para ello. Todo se remite a protestas, bloqueos y demás. Y eso que la temporada de sequía apenas se asoma. Es decir, el Infierno de Dante, aún no se hace explícito. Es necesario que el gobierno de la Primavera Oaxaqueña, de manera coordinada con organismos de la sociedad civil, abran la discusión y la participación de especialistas en materia hidráulica y ambiental para la solución de este desafío.

Por lo pronto, cierro este espacio con dos preguntas: ¿Recuerdan la presa “Rompepicos”, que se ubicaba en la parte baja del Cerro de “El Crestón, que captaba los escurrimientos y las precipitaciones pluviales del Río San Felipe? La misma que desapareció misteriosamente y, el predio se convirtió en propiedad privada. ¿No podría sea una alternativa ante la crisis del agua que hoy vivimos? (JPA)

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