El comentario de hoy, jueves 26 de noviembre 2020

A más de tres años de los sismos de septiembre de 2017, las huellas de la tragedia aún persisten. Notas periodísticas dan cuenta de que los organismos responsables de rehabilitar escuelas afectadas, no cumplieron a cabalidad con su misión. Decenas de templos católicos, la mayoría de arquitectura colonial, no han podido ser restaurados del todo. Siguen a la espera de recursos para ser reabiertos. La Merced, El Patrocinio y otras, continúan cerrados.
El sismo de 7.4 grados que laceró la zona de los Ozolotepec, el pasado 23 de junio, también tuvo consecuencias severas. La llamada Catedral de la Sierra Sur, ubicada en San Juan Ozolotepec, que ha estado en pie desde la época colonial, con retablos y obras pictóricas únicas, resultó con daños estructurales. Sería una lástima que, con la desaparición del Fondo Nacional para Desastres Naturales –el FONDEN- este monumento histórico se deje destruir.
En la capital oaxaqueña, los sismos y el tiempo han contribuido a la pérdida de una gran parte de nuestro patrimonio monumental. Casonas de adobe y ladrillo, que en su momento fueron residencias de comerciantes o personajes adinerados, se han venido abajo o están a punto de hacerlo. No existe ni en el gobierno estatal ni municipal, un programa de rescate, rehabilitación o al menos demolición. Con una abulia infinita, hemos ido dejando que el tiempo sea quien eche abajo lo que se ha mantenido en pie durante siglos.
Algunas casas viejas han sido adquiridas a precios altísimos y luego restauradas. Se han salvado. En cada una de ellas hay historia. Casas de tres patios, que alguna vez albergaron a arrieros y comerciantes, con sus respectivas recuas de caballos o mulas. Que sobrevivieron a revoluciones, asonadas o conflictos armados, y también a sismos y otros siniestros. Las que siguen en ruinas, se han convertido en un serio peligro para los transeúntes.
Una tarea nada fácil rescatar ese patrimonio en peligro. Más aún porque pese a la existencia de dependencias oficiales del Centro Histórico, no existe una política que conlleve a la salvación de ese patrimonio que se extingue poco a poco, como consecuencia del abandono particular y la abulia oficial. En pocas ciudades de sitios y monumentos como la nuestra, se observa tal apatía y desinterés. Y nada bueno se avizora en el futuro, salvo la participación de la sociedad civil organizada en defensa de lo que aún queda en pie, porque en este rubro, al menos del gobierno federal, nada bueno hay que esperar. Antes de concluir, aprovecho este espacio para enviar mi reconocimiento y felicitación a la familia periodística de EL IMPARCIAL. El Mejor diario de Oaxaca, por sus 69 años de vida. (JPA)